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sábado, 11 de mayo de 2013

Los descubridores españoles y la exploración de los grandes ríos - VV. AA.


Título: Los descubridores españoles y la exploración de los grandes ríos 
Autor: Varios autores 

Páginas: 195

Editorial: Sociedad Geográfica de España - Prosegur 

Precio: 42 euros 

Año de Edición: 2005

Aquí tenemos otra espléndida publicación de la Sociedad Geográfica Española, con la colaboración de la Fundación Prosegur, que contiene una estupenda selección de textos sobre un tema muy interesante y unas maravillosas ilustraciones.

Cuando los descubridores españoles intentaron penetrar en la inextricable selva amazónica, utilizaron los ríos, auténticas autopistas en la jungla, como única vía de comunicación abierta y expedita. Así pudieron cruzar el nuevo continente de lado a otro, o comprobar que California no era una isla, sono que estaba unida a tierra por el norte. En este libro se narran cuatro grandes expediciones por otros tantos grandes ríos americanos, el Amazonas, el Río de la Plata, el Misisipi y el Colorado, llevadas a cabo durante el siglo XVI, y se añade como propina el viaje realizado por el jesuita Pedro Páez Jaramillo, en el que descubrió el Nilo Azul.

La primera, es la fascinante travesía que llevó a cabo Orellana (1511-1546) al atravesar en 1542 el continente americano desde Guayaquil (Ecuador) hata la desembocadura del Amazonas, en busca de El Dorado, ese reino legendario que se decía tan rico que su rey se cubría todas las mañanas el cuerpo de resina y de polvo de oro, para luego bañarse por la noche y perder tan precioso metal. La última etapa de ese viaje fué el primer descenso del río más caudaloso del mundo, con sesenta hombres y en un bergantín que ellos mismos habían construido en algo más de un mes. Durante la travesía, que duró siete meses, recorrieron 4 800 kilómetros, pasaron por todo tipo de peripecias y penalidades, tuvieron que enfrentarse a belicosas tribus, conocieron pueblos defendidos con impresionantes empalizadas, culturas que dominaban la cerámica y fueron atacados por las temibles y legendarias amazonas, que a pesar de su dudosa existencia acabaron dando nombre al río. 

Guerreras amazonas (grabado del siglo XVI)

El segundo viaje es el que realizó un joven jesuita madrileño, Pedro Páez Jaramillo (1564-1622), cuando en 1603 fué enviado como misionero a lo que hoy en día es Etiopía. Allí vivió aventuras apasionantes y hechos extraordinarios que narra en su monumental «Historia de Etiopía» publicada en 1620. Fué el primer europeo en probar el café, tuvo noticia del mítico reino del llamado Preste Juan, construyó iglesias, bautizó reyes y descubrió las fuentes del Nilo Azul en 1616, el gran río que se une en Jartún con el Nilo Blanco. Dejó escrito: «Confieso que me alegré de ver lo que tanto desearon ver el rey Ciro, el gran Alejandro y Julio César». Javier Reverte narra su aventura en un libro muy recomendable:«Dios, el Diablo y la aventura».

Éste es el único retrato que se conserva de Pedro Páez de Jaramillo

La siguiente expedición es la de Francisco Vázquez de Coronado (1510-1544) por Nuevo México, Texas y Kansas, a lo largo del Río Colorado, al mando de 340 hombres entre 1540 y 1542, en busca de las míticas siete ciudades de Cíbola, que aparecen en la historia griega de Jasón y los argonautas como un emporio de riqueza. Durante el viaje descubrieron el Gran Cañón del Colorado y entraron en contacto con tribus desconocidas hasta entonces, como los wichita. Diezmados por las penalidades, los indios y las enfermedades, sólo pudieron regresar con vida cien de sus hombres.

La expedición de Coronado, óleo de Fréderic Remington (1861-1909)

La aventura de Hernando de Soto (1500-1542) el primer europeo que llegó al río Misisipi en 1541 constituye el cuarto viaje. De Soto comandaba una expedición colonizadora formada por unos 600 hombres, 220 caballos y 24 sacerdotes, y al llegar al gran río estaba un poco desmoralizado por las bajas, las enfermedades, las batallas perdidas y la desilusión de haber comprobado que el famoso tesoro de oro de Cofitachequi, era cobre en realidad. El Misisipi no era para él más que un formidable obstáculo y tardó más de un mes en atravesarlo, hostigado por los indios, en frágiles balsas de troncos. Anduvo por medio Estados Unidos, guerreando y confraternizando alternativamente con los indígenas y al regresar murió de unas fiebres a la orilla del Misisipi, al que quedó unido para siempre, porque sus hombres, sabiendo que los nativos le consideraban inmortal, hundieron su cuerpo en medio del río en mantas lastradas con arena.

 
Hernando de Soto

Y el libro se cierra con los viajes de Juan Díaz de Solís (1470-1516), lebrijano, cartógrafo, marino experto y supuesto pirata, descubridor del Río de la Plata, llamado durante unos años Río de Solís, en1516. Después de muchas penalidades y tras un encuentro con indígenas caníbales que se comieron a parte de la expedición, Solís y los suyos llegaron navegando hasta un enorme entrante del mar en tierra, creyeron que habían descubierto una canal que comunicaba el Atlántico con el Pacífico, pero les desconcertaba que al empezar a atravesarlo, aquel mar se convertía era de agua dulce. Aquel mar dulce era el estuario del Río de la Plata.

Una obra muy amena, fascinante y entretenida, que no cansa porque los textos no son nunca farragosos, pero cuentan todo lo importante, muy bien ilustrada y en una edición de lujo. Un libro de aventuras reales que se deja leer muy bien en una tarde, con el que se aprende Historia y se conocen las curiosísimas peripecias corridas por algunos de los grandes descubridores y exploradores españoles del siglo XVI, a veces injustamente olvidados.
 
Publicado por Antonio F. Rodríguez.

1 comentario:

  1. Bien, a ver si me paso por la biblioteca de la real sociedad geográfica pues tienen que tener verdaderas joyas.
    (Javito)

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