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martes, 4 de noviembre de 2025

El fin del «homo sovieticus» - Svetlana Aleksiévich

Título: El fin del «homo sovieticus»
Autora: Svetlana Aleksiévich
 
Páginas: 656
 
Editorial: Acantilado
 
Precio: 28 euros
 
Año de edición: 2015
 
Esta obra es el modelo en el que se inspiró la polaca Margo Rejmer para escribir Barro más dulce que la miel, el libro que reseñamos aquí el jueves pasado. Está construido como un puzle de alrededor de cien testimonios, un centenar de historias contadas en primera persona en las que otros tantos testigos de primera línea resumen su vida y su experiencia alrededor de una etapa crucial en la historia de la ex Unión Soviética, los años que van desde el hundimiento de la URSS en 1991 hasta 2012, año en el que Vladimir Putin iniciaba su tercer mandato presidencial y se hablaba del enroque del antiguo miembro de la KGB en la cúpula del poder.
 
El texto se divide en dos partes. La primera, titulada «El consuelo del apocalipsis», va desde 1991 hasta 2001, desde el colapso soviético hasta los primeros años de Putin como presidente; la segunda, «El encanto del vacío», cubre desde ese año 2001 hasta el momento en que se acabó de escribir la obra, en 2012. Ambas partes están divididas en diez historias y cada historia aglutina varios testimonios que describen un momento o un aspecto del devenir histórico de esos años. La Historia construida a partir de las experiencias cotidianas de quienes la han vivido y sufrido en carne propia. Un método de reconstrucción de una veracidad, una fuerza y una capacidad evocadora apabullantes. Canela fina.
 
Porque esos pequeños capítulos de infrahistoria nos conmueven, nos emocionan hasta la médula y nos descubren aspectos y matices insospechados, que dibujan con una precisión de vértigo los entresijos de todo lo que aconteció aquellos años. Aquí está la historia palpitante, a corazón abierto, del país más grande de la Tierra, lo que quiere decir también uno de los más diversos e inabarcables, casi un cosmos en sí mismo, que sufrió en pocos años una de las transformaciones sociales más radicales que se han dado: del socialismo más tradicional y anquilosado al capitalismo más ferozmente depravado. La verdad es que el pueblo ruso no levanta cabeza desde hace siglos: sufrió el gobierno feudal y despótico de los zares, la opresión y el control total del comunismo, y ahora el autoritarismo de Putin y los oligarcas que le rodean.

Volviendo al libro, el arranque se basa en la idea del homo sovieticus, un ser transformado por la experiencia de vivir durante más de 60 años en un régimen que le hace pensar solo en grandes ideales y logros... mientras hace cola durante horas para comprar el pan, una sociedad en la que todos se sienten víctimas, pero nadie se considera cómplice. En fin, como dice uno de los primeros testimonios, «Solo un soviético puede llegar a comprender a otro soviético». Este libro es la crónica del proceso de desaparición de ese espécimen. Desde la ilusión y la magia de los primeros momentos, pasando por el intento de golpe de estado de 1991, el choque contra la dura realidad, en forma de la economía de mercado más despiadada, la nostalgia del comunismo perdido, hasta lo terrible de darse cuenta de que también aquello era un error. En fin, la tragedia de una sociedad que se encuentra de sopetón con la libertad cuando no está preparada para ello. 
 
Por otro lado, hay que decir que el libro contiene no solo testimonios, también hay intercaladas algunas reflexiones de la autora. Habrá quien piense que escribir un libro así no tiene mérito, que basta hacer un gran número de entrevistas, grabarlas, transcribirlas y ya está. No creo en absoluto que eso sea cierto. Hacer bien el trabajo de campo es esencial en un proyecto así: seleccionar a los entrevistados más adecuados, pasar tiempo con ellos, ganarse su confianza, dejar que se sinceren y conseguir autorización para publicar el resultado. Pero además, luego está el trabajo de selección de las entrevistas, de resumen, arreglo y ordenación... En fin, que no me parece nada sencillo y hay que saber llevar a cabo todo el proceso con mucho arte. Basta leer atentamente el libro para darse cuenta de ello.

Tiene esta obra algo de fractal, basta leer una porción un poco extensa, de 20 o 30 páginas, para entender la esencia de la totalidad. Quizás por eso sea especialmente apropiado traer aquí una selección de citas memorables: «Rusia estaba cambiando y se odiaba por cambiar», «Nadie nos había enseñado a vivir en libertad. Solo nos habían enseñado a morir por ella», «Ahora, ser pobre o no lucir un cuerpo de gimnasio es vergonzoso», «Jamás olvidaré los aires de libertad que soplaban entonces», «Tener dinero se convirtió en sinónimo de libertad», «Para cualquier hombre el dinero es una prueba difícil, como el poder o el amor», «Dar libertad a los rusos es como proporcionar anteojos a una comadreja. Nadie sabe qué hacer con ella», «Los rusos estamos hechos para creer en algo... En algo elevado, sublime. Somos tan espirituales, tan excepcionales», «Nunca dejamos de hablar de sufrimiento... es nuestra vida de conocimiento», «Cambiaron el socialismo por unos plátanos y unos chicles»«En ese mundo, a los débiles les pateaban la cara». Esto es solo una muestra de frases y reflexiones significativas, podría seguir haciendo citas, pero es mejor que lo deje, porque podría copiar medio libro. Cada página, cada párrafo, casi cada oración es una revelación.

En suma, una obra inolvidable, un libro que era ya un clásico desde el momento en que se publicó. Una obra descomunal que lleva a su máxima expresión un nuevo género literario, entre la colección de entrevistas, el ensayo y la narrativa. Un texto que debe leer quien quiera comprender cabalmente el final del siglo XX y el principio del XXI. Tremendo. La traducción del ruso es del escritor y traductor cubano Jorge Ferrer Díaz.
 
Svetlana Aleksiévich (Ivano-Frankivsk, antes Stanislav, 1948) es una periodista y escritora de origen bielorruso. Hija de maestros, su padre era bielorruso y su madre, ucraniana.  Estudió periodismo en la Universidad de Minsk y al acabar, se instaló en Biaroza, una ciudad al oeste de Bielorrusia, para trabajar en el periódico local y enseñar en la escuela Historia y Alemán. Dudó entre seguir la tradición familiar y dedicarse a la enseñanza o centrarse en el periodismo. Al final eligió esto último y desarrolló una brillante carrera como reportera en varios medios.
 
Estando en la en la universidad, publicaba relatos, poesía y algún ensayo, pero fue la influencia del escritor bielorruso Alés Adamóvich lo que la inclinó definitivamente hacia la literatura, para poner en práctica un nuevo género. Se trata de un estilo polifónico, basado en un collage de múltiples testimonios, a caballo entre el periodismo y la narrativa.
 
Ha tenido un éxito enorme con obras como La guerra no tiene rostro de mujer (1985), Voces de Chernóbil (1997) y El fin del «homo sovieticus» (2013). En 2015 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura por ser su obra considerada «un monumento al valor y al sufrimiento de nuestro tiempo».
 
Svetlana Aleksiévich
 
Publicado por Antonio F. Rodríguez. 

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