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viernes, 17 de octubre de 2025

Carta al general Franco - Fernando Arrabal

Título: Carta al general Franco
Autor: Fernando Arrabal
 
Páginas: 96
 
Editorial: Laetoli

Precio: 14 euros
 
Año de edición: 2022

Según cierta encuesta, un veinte por ciento aproximadamente de los españoles tiene una buena opinión de la dictadura de Franco. Y es que para algunos el ferrolano no fue un caudillo interminable que cubrió de muerte y oprobio medio siglo de España, sino el abuelo benevolente y paternal de todos los españoles de bien. Porque los franquistas gustaban de establecer esta diferencia insalvable: los buenos españoles y los malos españoles o antiespañoles. Lo mismo hacen todos los fanáticos que en el mundo han sido y serán. Buenos y malos. A los buenos flores y a los malos, palos. Durante el franquismo miles de malos españoles recibieron palos. Uno de los apaleados fue el gran escritor Fernando Arrabal

Arrabal escribió en 1971 está clásica Cartaal general Franco. Desde París. No se pudo publicar en España hasta la muerte de su destinatario. Arrabal perdió a su padre, un militar republicano, en el gélido Burgos de 1942, durante el año más nefasto de Europa. Sufrió la educación nacionalcatólica de la posguerra. En los años 50 emigró a Francia, en donde se convertiría en un reconocido dramaturgo. En 1967 visitó España. Fue detenido y encarcelado un mes, lo que levantó las protestas de Beckett, Ionesco y Arthur Miller. De vuelta en París, ni corto ni perezoso, Arrabal decide escribir al gran responsable de sus desdichas: el criminalísimo don Francisco Franco Bahamonde. 

Carta al general Franco es un magnífico ejemplo de literatura de denuncia. En este caso, un ajuste de cuentas personal y generacional con la dictadura franquista. Arrabal dice escribir sin odio ni rencor, pero su carta es demoledora. Ante todo, defiende la libertad, como corresponde a un artista. Franco representa lo contrario: el dogmatismo y la represión. El dictador es el legítimo heredero de la España negra y sus braseros inquisitoriales. Para Arrabal, Franco es un sujeto probablemente infeliz, que vive aislado en un palacio y está rodeado de lameculos. Los entretenimientos del dictador son sanguinarios: caza de ciervos, conejos y perdices; pesca del atún rojo y hasta de cachalotes. Los auténticos héroes y mártires españoles están en el exilio, encarcelados o muertos. Arrabal apuntala su diatriba con casos concretos de abusos y crímenes: estudiantes apaleados, opositores asesinados, obreros encerrados durante años por un simple comentario. 

El dramaturgo recuerda la España que sufrió durante su juventud. Un país pobre y aislado declarado reserva espiritual de occidente por la propaganda oficial. Triunfalismo miserable. Plebiscitos trucados. Ataques inmisericordes contra Picasso, Alberti y Buñuel. Exámenes patrióticos que duraban hasta la universidad. Censura por el bien de las almas. Un país castrado y dominado por el silencio y la hipocresía. Los millones de españoles que no estaban de acuerdo debían tragarse sus opiniones. Se ponían verdes, enfermaban y morían de asco. Así son las consecuencias de las dictaduras, recalca Arrabal con gran lucidez. Por debajo de la fanfarria, los sufridos súbditos vegetan en la ignorancia, el miedo o el cinismo. La unanimidad aparente de la plazuela contrasta con el corte de mangas a puerta cerrada. 

Arrabal se acuerda de su padre. Cuando tenía tres o cuatro años, allá por 1935, el teniente Arrabal jugaba con su hijo en una playa de Melilla. Le enterraba los piececitos en la arena. Brillaba el sol de la infancia. El mundo era azul e inocente. Luego la negrura cayó durante décadas. Los militares leales fueron considerados rebeldes por los rebeldes y fusilados. Comenzaba el triunfo de la muerte, que sería la esencia del franquismo. Arrabal levanta acta de esta tragicomedia (con más de lo primero que de lo segundo). 

Alguien dirá: esta carta es un panfleto, un arrebato injusto, un ataque a degüello sin matices. En realidad, creo que Arrabal se queda corto en su arremetida contra tanta roña material y moral acumulada durante medio siglo. Habla en primera persona y con el corazón en la mano. Esto le da a su libro una fuerza emotiva y una sinceridad enormes. Su ingenuidad esmaltada de malicia es genial. Los destellos de una prosa fulgurante hacen del opúsculo una pequeña joya. Merece de verdad la lectura. Excelente. 

Fernando Arrabal

Fernando Arrabal (1932) es un escritor y patafísico español nacido en Melilla. Su padre era un militar que no quiso sumarse al golpe de Estado de 1936. Fue condenado a treinta años de cárcel por los sublevados. En 1942, ingresado en el hospital de Burgos, escapó en pijama entre una tormenta de nieve. Nunca apareció. 

El joven Arrabal ganó en 1941 un concurso de niños superdotados. Estudió derecho y trabajó en la Papelera Española. Pero su verdadera vocación era la literatura. Frecuentaba el Ateneo y se relacionó con los postistas. En los años 50 comienzan sus escarceos literarios. 

En 1955 se instala en París. Escribe en francés y en 1962 funda con Roland Topor y Alejandro Jodorowsky el movimiento pánico, de carácter surrealista. Sus obras de teatro, novelas y poemas le dan una gran reputación. Algunos títulos: El cementerio de automóviles, Fando y Lis, El arquitecto y el emperador de Asiria, Baal Babilonia o La torre herida por el rayo

En 1967 es detenido en España por ultrajes a la patria. Al parecer, escribió en un libro una dedicatoria pánica: me cago en Dios y en la patria y en todo lo demás. Lo soltaron luego de un mes. En 1975 regresa a España, que alterna con su residencia en París. Sigue escribiendo incesantemente. Prodiga sus apariciones en televisión, algunas tan escandalosas como jocosas. Arrabal es uno de los escritores españoles más celebrados y discutidos.  

Publicado por Alberto. 

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