Título: El jardinero y la muerte Autor: Gueorgui Gospodinov
Páginas: 224
Editorial: Impedimenta
Precio: 22,95 euros
Año de edición: 2025
«Mi padre era jardinero, ahora es jardín». Así arranca este libro, tristón y bello, lírico y personal, intimista y poético que dedica Gospodínov, el autor que es la gran revelación búlgara del momento, a la muerte de su padre. Se trata de una elegía, un texto doliente y deslumbrante, una conmovedora elaboración del duelo por el progenitor ausente, escrito durante cuatro meses. Una hermosa obra dedicada a la tristeza de la vida que se va y del avance inexorable del tiempo.
El autor evoca la figura de su padre, recuerda su forma de ser sus tics, su sempiterna respuesta, que valía para toda ocasión, «Nada que temer», su vida, sus anécdotas, sus últimos días, e intercala sus reflexiones sobre la vida y la muerte. Pero lo hace con tal encanto y sinceridad, con tanto sentimiento que, aunque no edulcora ni un ápice la melancolía que le embarga, esta pieza es una maravilla, una joyita de poco más de 300 páginas, el mejor monumento que podía dedicar a la memoria del que se ha ido: un monumento de palabras y poesía.
El texto está estructurado en capítulos cortos y sin numerar, de una o dos páginas cada uno, que se leen cómodamente en cualquier lugar. Es un libro para leer en el transporte público, en la sala de espera del médico y en cualquier ocasión. Una obra humilde y sin pretensiones, escrita desde abajo, que tiene además el aliciente de traernos muchos detalles de la cultura búlgara y de la vida cotidiana en ese país. Cosas como la tradición de que los sueños que se cuentan se cumplen, que la palabra para alma es la misma que para mosca, que las plañideras búlgaras declaman entre todas, poco a poco, una especie de epopeya de andar por casa en honor al muerto, que en Bulgaría existía la costumbre de concatenar los nombres de varios antepasados varones para un recién nacido (Antonio Severino Luis Georges) o expresiones típicas del país, por ejemplo «¡Como ponga en marcha la fábrica de bofetadas!» o «Si el caballo muere que sea por el forraje».
Un libro estupendo, hondo y sentido, melancólico, sí, pero también muy bello. Un texto que, a la vez que nos entristece, nos consuela. El autor nos sorprende a menudo con la originalidad de sus ideas. Una lectura muy recomendable. Cada vez me gusta más este Gospodínov.
La traducción del original búlgaro, fluida y estupenda, es obra de María Vútova, antropóloga, intérprete y traductora habitual de la obra de Gospodínov al castellano. Vale la pena mencionar la curiosa y misteriosa nota que lleva el libro al principio a modo de advertencia: «Cualquier historia, hasta la que ha ocurrido y es personal, cuando pasa a través del lenguaje, cuando se reviste de palabras, deja de pertenecer nos, ya forma parte tanto del ámbito de lo real como del de la ficción».
Gueorgui Gospodínov (Yambol,
1968) es un escritor poeta y columnista búlgaro. Empezó a publicar
poesía, con dos volúmenes que consiguieron los premios más importantes
de su país. El reconocimiento internacional le llegó en 1999 con su
primera novela larga, Novela natural, traducida a multitud de idiomas. A partir de entonces no ha parado de cosechar premios y buenas críticas.
Durante 2017 y 2018 disfrutó de una beca del Cullman Center (Biblioteca Pública de Nueva York) y los dos años siguientes residió en Berlín becado en el Instituto de Estudios Avanzados (Wiko) de esa ciudad. Actualmente reside en Sofía.
Es autor de 15 libros de poesía, ficción, ensayo y teatro, también de varios guiones cinematográficos, está traducido a cerca de treinta idiomas y es el escritor contemporáneo más leído y premiado internacionalmente de Bulgaria. En 2023 ganó el Premio Internacional Booker por Las tempestálidas.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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