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sábado, 7 de diciembre de 2024

El joven pianista travieso

Beethoven
Retrato del joven pianista de esta historia

A finales del siglo XVIII, el príncipe elector de Colonia, amante de la música y amigo de agasajar exquisitamente a sus invitados, y a deslumbrarlos si era posible, organizaba veladas musicales en las que lucían su talento los principales músicos y cantantes del momento. Entre ellos destacaba el tenor Johan Neumann,  intérprete habitual en la corte, de buen porte y voz prodigiosa, pero de carácter insufrible: arrogante, fatuo, orgulloso, se consideraba depositario de la esencia, del canto. Incapaz de la menor autocrítica, siempre achacaba cualquier incidente del recital a la impericia o a un error del acompañante al teclado del momento;  eso le ocasionó numerosos enfrentamientos con diferentes maestros, que el elector toleraba por estar maravillado con su voz, pero cada vez su paciencia era menor porque las renuncias y excusas de los músicos a tocar con Neumann eran con el tiempo más frecuentes: estaban hartos de ser ninguneados por la soberbia del tenor.

En cierta ocasión, ante la dificultad de encontrar a un pianista que le acompañara en un recital, el príncipe elector le propuso que fuera acompañado por un chico de 15 años, un joven talento que conocía la dinámica de un recital por ser hijo de otro tenor y que ya había tocado el órgano en la corte. El altanero tenor aceptó la sugerencia: un joven pianista no estaría maleado por vicios al interpretar y no le haría ninguna sombra ante su público. pero al ver al muchacho cambió su discurso, era bajito, de piel morena y de ojos saltones, nada agraciado hasta el punto de que el tenor intentó en vano que tocara tras un biombo o una cortina.

Al joven pianista no le hizo ninguna gracia la actitud prepotente del tenor y, sin haber tenido ocasión de haber practicado y ensayado juntos, comenzó el recital. Al poco el tenor se sorprendió porque el joven estaba tocando un semitono más alto, pero no le importó, él tenía recursos para elevar su voz;  poco después el pianista subió otro semitono, obligándole a forzar la voz aún más ¿Qué sucedía? ¿Este joven no sabía leer la partitura que tenía delante? El chico pasó a llevar el ritmo del aria su gusto, acelerando el tempo o tocando más grave y malogrando los momentos de lucimiento del cantante, o ralentizándolo en otros, hacia pausas inesperadas, descendía varios semitonos y forzaba al tenor a interpretar un canto mas grave, daba bandazos lento-rápido, grave-agudo según se le ocurría, ignorando las señales y gestos que pronto se trasformaron en miradas fulminantes que el cantante le dirigía; al finalizar el aria el chico inopinadamente la trasformó en un aria di capo, esto es: volvió a la tonada inicial y obligó al cantante a comenzar de nuevo. En fin, estuvo jugando al ratón y al gato con el tenor todo el rato y forzó la interpretación a su gusto en todo momento para desesperación del tenor.

El público se divirtió con las estratagemas del muchacho y los apuros del tenor, aparte de disfrutar de sus cualidades como pianista, se puso claramente de su parte. Al acabar el tenor intentó ajustarle las cuentas al díscolo pianista, pero éste se escabulló. El príncipe elector llamó al tenor y le reconvino por su actitud soberbia y endiosada, después llamó aparte al joven pianista y le llamó la atención por su jugarreta (con la boca pequeña porque él también se había divertido), le pagó lo acordado mientras le advertía:

—Esta vez te ha salido bien tu juego, pero no vuelvas a hacerlo, por lo menos en mi corte ¿Enterado, como quieras que te llames?

A lo que el chico contestó respetuosamente:

Ludwig, alteza, Ludwig van Beethoven.

Publicado por John Smith.

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