Título: Aún no se lo he dicho a mi jardín Autora: Pia Pera
Páginas: 256
Editorial: Errata Naturae
Precio: 20 euros
Año de edición: 2021
El título de este libro está tomado de un bello poema de Emily Dickinson, en el que reflexiona sobre su muerte, porque algún día tendrá que morir, y se preocupa por su jardín, por qué será de él y quién lo cuidará cuando ella no esté. La autora, aquejada de una enfermedad degenerativa que le dejaba cada vez menos tiempo de vida, sintió una sacudida al leer el poema y pensó lo mismo: mi jardín todavía no sabe nada.
Luego pensó que preocuparse de esa manera es en realidad una forma más de egocentrismo. Nadie es imprescindible y cuando nos vayamos, nuestro jardín —el que lo tenga—, o cualquier cosa bella y valiosa que hayamos cultivado de alguna manera, seguirá existiendo y mal que bien, sobrevivirá y continuará cambiando. Pera inicia así una larga reflexión, introspectiva y tranquila, en forma de diario, en el que nos cuenta su día a día y los temas que le preocupan: la muerte, la memoria, el paso del tiempo, el miedo, los placeres más sencillos, la vida y sobre todo, las flores y plantas de que querido jardín, un lugar en el que, simplemente, es feliz.
El texto está impregnado de poesía y de una gran serenidad, así que no resulta triste ni deprimente, sino contenido, profundo y tranquilo. Se desarrolla en un hermoso jardín en la Toscana, con un medido equilibrio entre lo salvaje y espontáneo, y lo cultivado. Abundan las descripciones brillantes de flores, plantas y colores. El paisaje es algo omnipresente en estas páginas. Hay algunas citas y referencias literarias, no demasiadas, bien traídas, que adornan el hilo de la narración, suelta, ligera y cotidiana. Se diría que uno diría que está escuchando la voz de una abuela o una pariente lejana ya cargada de años, que nos habla tranquilamente de sus preocupaciones cotidianas.
Hay muchas frases que subrayar, traigo aquí algunas de muestra para que os podáis hacer una idea más cabal del contenido de este libro encantador: «El canto no tiene más objetivo que el canto, la vida no tiene más objetivo que la vida. Es inútil y mezquino querer subordinarla a un fin», «Me siento reabsorbida en algo más amplio que yo», «... la alegría muda del silencio, de la contemplación. Las riquezas invisibles», «Este ha sido el año en el que me he enamorado de los tulipanes», «Quizás no sea tan terrible que las fuerzas disminuyan lentamente. De alguna manera hay que marcharse», «La nitidez de estar solos en el mundo», «La antesala de la muerte puede ser muy agradable», «Es precioso estar sentada al aire libre y limitarse a mirar», «También el amor consiste en recibir de los demás», «No dejarse doblegar por el miedo», «El jardín es el lugar ideal para morir, tiene magia, la magia dela sorpresa; es un tratamiento, una farmacopea», «Creo en todos los dioses, sin excluir a ninguno [...] Cada religión es como una lengua ¿Es que se dicen cosas más ciertas en una lengua que en otra?», «No es cuestión de saber, sino de amar [...] ¿Eres creyente? Pregunta insensata, en mi opinión. ¿Eres amante? ¡Sí, sí, amante!», «La tarea más importante es prepararse para morir»,
«El dolor de dejar solos a los seres queridos», «No te preocupes por las hojas caídas en el suelo; fíjate en las que siguen en las ramas», «¿Será porque la de la enfermedad está siendo la época más feliz de mi vida? ¿Quizás la más libre?», «Ahora todo es simple y pura belleza».
Estas páginas son terriblemente sinceras y honestas; en ellas despuntan también algunos de los mayores defectos de la protagonista, aparecen con naturalidad y eso nos hace entender que la autora se muestra tal y como es, sin trampa ni cartón, de manera auténtica y veraz. También leemos sobre los mas variados remedios, algunos un poco disparatados, que la pobre mujer ensaya a ver si mejora. Y siempre nos cuenta su día a día cotidiano, con sencillez y un estilo claro y transparente como el cristal.
En suma, un libro encantador y delicado, una obra maestra que desarrolla con habilidad y sentimiento el tema del jardinero y la muerte. Una obra conmovedora, que te atrapa, te seduce y te conquista por completo antes de que hayas llegado al final. Cuando se acercan las últimas páginas, hay algunos párrafos en los que Pia Pera se queja de sus limitaciones, pero finalmente, el texto se remata de manera brillante con un poema de Stevenson que le lee Vera, una querida amiga que es para ella como un rayo de sol. Estas líneas llegan hasta el principio del verano de 2016, la autora falleció poco después, el 26 de julio de ese año.
La versión española del original italiano es de Miguel Ríos González.
Pia Pera (Lucca, 1956-2016) fue una escritora y traductora italiana. Hija de un abogado laboralista y de una filósofa, creció en un ambiente culto y refinado. Estudió Filosofía en la Universidad de Turín y se doctoró en Literatura Rusa en la Universidad de Londres, donde fue alumna de Isabel de Madariaga, hija del historiador español Salvador de Madariaga, lo que le permitió llegar a ser Profesora de Literatura Rusa en la Universidad de Trento. Tradujo del ruso al italiano obras de Pushkin, Lérmontov, Akunin, Chéjov y una larga lista de autores rusos.
Publicó una docena de libros, entre novelas, ensayos y libros de jardinería, a la que era muy aficionada. Mantuvo muchos años una columna semanal sobre jardines en la revista Diario y otra titulada Aprendice (aprendiz) en la revista Gardenia . Enferma desde 2012 de la esclerosis lateral amiotrófica, murió en 2016 a la edad de 60 años.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
Buenas Antonio, antes de nada muchas gracias y enhorabuena por tu gran labor como divulgadora cultural. Comparto una subjetiva (y tirando a polémica) antología de libros escritos por mujeres (100), que incluye la edición de todos los libros en PDF, la gran mayoría descatalogados y algunos inéditos. Espero que alguno te interese. Un saludo.
ResponderEliminarDescarga gratuita en PDF: https://mega.nz/file/nFNxgBrB#oLat7R9JTxE27Hw3cZYkSkSeF7uPRECoRCMiCQhv4Vk