Título: Las diez mil cosas Autora: Maria Dermoût
Páginas: 272 pág.
Editorial: Libros del Asteroide
Precio: 17,95 euros
Año de edición: 2006
Hay libros mágicos, como éste, que te transportan sin esfuerzo a otro lugar, a otro mundo, a otra experiencia y otra manera de vivir. Las diez mil cosas es un libro maravilloso e inclasificable, entre la autobiografía, el libro de memorias, el ensayo, la novela y la recopilación de cuentos, que nos ofrece un viaje fascinante por las famosas Islas Molucas, las Islas de las Especias, exóticas y deseadas, que han movido medio mundo y han hecho soñar a generaciones enteras.
Se trata de un gran archipiélago, formado por 632 islas, que ocupan una extensión de 75 000 km² de océano, situadas al sur de Filipinas, al norte de Australia, al oeste de Nueva Guinea y al este de Java y Borneo, y pertenecen actualmente a Indonesia. Durante la Edad Media, mercaderes indios, chinos y árabes visitaban las islas buscando especias —esenciales para conservar y sazonar carnes y alimentos perecederos—, con las que casi exclusivamente abastecían al mundo. En el siglo XVI, portugueses y españoles se disputaron su dominio; fueron el motivo fundamental para el descubrimiento de América y la primera vuelta al mundo. En el siglo XVII aparecieron los neerlandeses a sangre y fuego, y la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales fue monopolizando poco a poco el comercio de especias y otras mercancías, hasta dominar completamente las Molucas durante el siglo XIX y hasta la Segunda Guerra Mundial.
Allí, en un entorno de fascinante belleza y oscuro pasado, se sitúa esta novelita. De manera parcialmente autobiográfica, cuenta los recuerdos de Felicia, la última representante de una familia neerlandesa establecida en una pequeña isla del archipiélago desde hace cinco generaciones. Una hermosa isla dividida en dos comunidades, la musulmana y la cristiana, enfrentadas, poblada de indígenas, orientales, chinos, holandeses, británicos y gentes de todo tipo y condición. Ella es la vieja señora, conocida y respetada por todos, que vive apartada en la antigua casa, llena de historias y con un pasado de esplendor. La anciana dama tenía la costumbre de pasar cada año un día y una noche enteros sola en recuerdo de los difuntos de la familia. Tiene un fascinante parque de las especias, cuajado de árboles exóticos, como claveros, mirísticas —el árbol de la nuez moscada—, kanaris o secuoyas y muchos más, y las tumbas de tres niñas muertas en extrañas circunstancias.
La protagonista va desgranando sus recuerdos, las historias familiares, las anécdotas y sucesos de la hacienda. Las descripciones de la flora y el paisaje son bellísimas, tienen una fuerza extraordinaria y un raro encanto poético. El libro se divide en cuatro partes. En la primera, se describen la hermosa isla, sus dos bahías y sus encantos; en la segunda, titulada la Bahía Interior, la historia de las últimas generaciones de la familia; en la siguiente, titulada la Bahía Exterior, se desgranan varios relatos de habitantes de la isla, sobre todo tres, el Comisario, el Marinero y su amada Constance y el Catedrático, y en la última, se cierra el texto con un delicioso epílogo.
Aparecen un hombre de pelo azul, la Mujer de Coral, el padre y el hijo que son hombres-tiburón, el cocotero del mar, un pulpo gigante, el monstruo de la concha, el año de los cuatro asesinatos, las medicinas de la abuela, un cajón lleno de maravillas y unas piedras mágicas, un carbunclo prodigioso, el capitán de los chinos y el teniente de los árabes, playas paradisíacas en las que las olas llegan de tres en tres —el padre, la madre y la hija—, perlas de tierra, el arpa de Amoret y el doble corazón de Venus, los alfuras cortadores de cabezas, una fuente de agua amarga, cómo silbar para llamar al viento... cientos de cuentos y detalles maravillosos que hacen de esta obra una verdadera delicia.
Tres grandes temas se entremezclan en esta obra: por un lado, la hermosura de la isla, exuberante y colorida; por otro, la nostalgia de lo que fue, y por último, el su negro pasado de explotación y dominación, que parece volver esporádicamente en forma de terribles asesinatos. Un cóctel inolvidable, escrito por una mujer a la que le ha tocado vivir allí y que sabe contemplar su realidad con empatía y sin racismo. Dermoût dijo «Por lo que recuerdo, nos enseñaron que cada ser humano tiene su propio valor, que deberíamos estar agradecidos de que los hombres no seamos idénticos... Cuando escribo acerca del "entonces" y del "allí", no lo hago para lamentarme, sino porque todavía puedo verlo delante de mí».
El lenguaje es exquisito y evocador. La verdad, he de decir que no he leído muchos libros con tanto encanto y embrujo. Una verdadera joya de unas 240 páginas, de un atractivo arrebatador, llena de misterio y seducción, de nostalgia y belleza. Extremadamente recomendable.
La excelente traducción, realizada probablemente a partir de una versión inglesa, es obra de Rafael Vázquez Zamora (Huelva, 1911-1972), sempiterno secretario del jurado del Premio Nadal, traductor de cientos de originales en inglés, francés, alemán e italiano durante la posguerra española. Esta edición está arropada por un breve prólogo del descubridor del original, el neerlandés Hans Koning, que promovió su publicación en 1955.
Maria Dermoût (Isla de Java, 1888-1962) fue una escritora indoeuropea. Nació en una plantación de azúcar, creció en Java y se trasladó a Países Bajos para completar sus estudios. Una vez acabados, a los 19 años, se casó y regresó a las Indias Holandesas Orientales, actualmente Indonesia, donde vivió, según sus palabras, en cada pueblo y pequeña isla de las Célebes, Java y las Molucas. A los 45 años, cuando su marido se jubiló, regresó a su patria, se instaló en La Haya y allí vivió hasta su muerte.
Publicó algunos relatos en su juventud, pero se dedicó a escribir a tiempo completo y comenzó a publicar de los 63 años, cuando apareció su primera novela «Nog pas gisteren» (Solo ayer). Al año siguiente enviudó y en 1955 publicó «Las diez mil cosas», su obra más conocida. Sus historias, parcialmente autobiográficas, evocan los paisajes y ambientes de su infancia. En total, cinco libros, algunos relatos y dos títulos publicados póstumamente componen la pequeña pero exquisita obra de Maria Dermoût.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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