Título: La nueva revelación. El mensaje vital Autor: Arthur Conan Doyle
Páginas: 224 pág.
Editorial: Valdemar
Precio: 7,90 euros
Año de edición: 1997
Sir Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes, tuvo una curiosa faceta ocultista. Durante sus últimos años estuvo obsesionado por los llamados «fenómenos psíquicos» (poltergeist, apariciones de muertos, experiencias mediúmnicas…). Su preocupación llegó al extremo de la credulidad más absoluta. Después de la Primera Guerra Mundial, en donde falleció uno de sus hijos, Sir Arthur se convirtió en pontífice de una nueva religión para regenerar a la humanidad: el espiritismo. Viajó, dio conferencias, reunió a miles de personas, gastó mucho dinero y se hizo amigo (aunque luego rompieron) de Harry Houdini (véase este enlace). En 1926 llegó a publicar una «Historia del espiritismo». Su entrega en cuerpo y alma a la causa mermó sus facultades críticas ya que llegó a creerse el fraude de «las hadas de Cottingley».
El librito que comentamos está formado por dos ensayos, «La nueva revelación» y «El mensaje vital», en los que Sir Arthur expone con absoluto candor su credo. Están muy bien escritos, son entretenidos y evitan afortunadamente la insufrible jerigonza esotérica. Ahora bien: su contenido roza el disparate, por decirlo de una manera suave. Pero, ¿qué es eso del espiritismo?
1848, Hydesville, Nueva York. El humilde hogar de la familia Fox se ve alterado por unos ruidos persistentes de origen desconocido. Las hijas de los Fox, de 12 y 15 años, empiezan a comunicarse con los espíritus responsables de los golpes. El asunto atrajo multitudes e hizo célebres a las fraternales médiums. La escenografía se hizo más espectacular: volaban objetos, se cerraban puertas, las teclas de un piano tocaban solas. Rápidamente se inventó un código para comunicarse con el más allá. Aparecieron las mesas parlantes. Había nacido el espiritismo, que rápidamente se extendió a Europa. El francés Allen Kardec sistematizó el nuevo credo en «El libro de los espíritus» (1857). El espiritismo se resume en la existencia de almas inmortales con las cuales es posible el contacto a través de personas altamente sensitivas denominadas médiums. En los salones decimonónicos se puso de moda mantener una charla con Napoleón o Julio César. Si bien se denunciaron innumerables fraudes, personas eminentes dieron el visto bueno a la fe espiritista. Entre ellas, Sir Arthur Conan Doyle.
En principio, Conan Doyle era un hombre de creencias materialistas y agnósticas. No creía en la vida después de la muerte. Se crió en una familia católica, pero perdió la fe, que consideraba estrecha y fanática. Sus maestros eran Darwin, Huxley o Spencer. Pero sí estaba interesado por el misticismo y lo sobrenatural, algo muy común entre los intelectuales británicos de la época. En 1893, ingresó en la Society for Psychical Research. Devoró el monumental tratado de Frederic W. H. Myers titulado «Human Personality and Its Survival of Bodily Death» (1903). Del interés objetivo pasó al fervor, como lo demuestran estos dos opúsculos.
Conan Doyle dice que las religiones tradicionales han fracasado en su objetivo de traer la paz al hombre. Hay que indicar que «La Nueva Revelación» y «El mensaje vital» fueron publicados en 1918 y 1919, respectivamente, después de la Primera Guerra Mundial. Sir Arthur escribe como un hombre de fe que quiere convencer a los incrédulos de las verdades de la religión psíquica.
Defiende lo siguiente: innumerables pruebas experimentales demuestran la existencia de almas inmortales. Esas almas se siguen comunicando con los vivos. Los espíritus tienen algo de material, ya que no pierden su identidad ni su conciencia. Además, nos informa de que «los seres se muestran vestidos, como puede suponerse, pues no hay ninguna razón para renunciar a la decencia bajo apariencias nuevas». En la vida de ultratumba siguen existiendo las reglas sociales de la decencia victoriana. Las almas, convenientemente vestidas, se agrupan según afinidad, amistad o lazos familiares. De hecho, es una vida parecida a la terrestre, solo que sin muerte, angustia o enfermedad.
Es cierto que a veces los mensajes del más allá son un poco confusos, pero ¡a saber cómo serán las comunicaciones desde el otro lado! Incluso algunos serviciales fantasmas se ocupan de poner en contacto a los difuntos con los vivos. Las almas se van purificando en un proceso progresivo de regeneración espiritual y acercamiento al Gran Ser. Se trata de una constante evolución espiritualista desde la primera ameba hasta Dios desprendiéndose de la vil materia. Así que el espiritismo es una mezcla peculiar de gnosticismo y progresismo evolucionista
Todas estas extravagancias son hechos completamente demostrados para Conan Doyle. Así que solo queda que las religiones tradicionales cambien, incluyéndose dentro del gran credo universal psíquico, que conseguirá traer la paz y felicidad universales. De esta forma, se dará jaque mate al materialismo y se alcanzará la felicidad absoluta aquí y en el más allá.
Uno puede reírse leyendo cosas así, pero hay que reconocer la gracia y sinceridad de Conan Doyle al exponerlas sin miedo al ridículo. Denle una oportunidad a este libro y tendrán aseguradas unas horas de diversión.
Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930) fue un escritor británico, nacido en Edimburgo y de raíces familiares irlandesas. Estudió medicina, carrera que ejerció durante unos años. De hecho, uno de sus profesores, el aquilino Joseph Bell, fue el modelo para el genial Sherlock Holmes.
Publicado por Alberto.
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