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lunes, 26 de septiembre de 2022

La parranda - Eduardo Blanco Amor

 

Título: La parranda                                                                                                            Autor: Eduardo Blanco Amor

Páginas: 125 pág.

Editorial: Trea

Precio: 10,32 euros

Año de edición: 2001 

Esta novela, publicada por primera vez en gallego en 1959 en Argentina, con el título en ese idioma, «A esmorga», y traducida al castellano por el propio autor en 1970, es un verdadero clásico de las letras gallegas por varias razones. La primera es que ofrece un retrato colorido y lleno de matices de la Galicia rural y profunda de principios del siglo XX. La segunda, que simula con asombrosa eficacia el habla popular de esa época. Y la última y no menos importante, que está estupendamente bien escrita, con un estilo realista y eficaz, muy moderno, tan cinematográfico, que ha sido llevada a la pantalla dos veces: en 1977 bajo la dirección de Gonzalo Suárez, con guion del propio autor, y en 2014 con el título en gallego, A esmorga, dirigida por Ignacio Vilar y protagonizada por Karra Elejalde.

Parece ser que fue escrita en Buenos Aires, «comenzada por una visión semiinconsciente de mi infancia» según el propio autor, en poco más de un mes, sobre una primera versión redactada de un tirón y lo primero que llama la atención es cómo el autor, tantos años lejos de casa, había conservado en la memoria con tal fidelidad el ambiente de su tierra natal. La novela cuenta la crónica de un crimen que da la sensación que ocurrió realmente, allá por el año 1919, y fue trasmitida oralmente de generación en generación, probablemente deformada y a la vez convertida en leyenda popular. El autor tuvo que consultar diarios y documentos de la época, recabar algún que otro testimonio y consultar a su imaginación.

El argumento es la historia, alucinada y surrealista, de una parranda en la ciudad de Auria (Orense), una juerga descontrolada que dura un día y una noche de tres personajes magistralmente descritos, Eladio el Milhombres, Xandiño el Bocas y el Cibrán el Castizo, que ejerce de narrador en un largo monólogo que constituye su declaración ante el juez. El estilo es tremendista, fiel a la realidad rural y a su brutalidad. Se describe un mundo de borrachos desaforados, camorristas, machotes y fanfarrones, que dan rienda suelta a sus caprichos y en los que ocasionalmente asoma un punto de sensibilidad y un cierto lado femenino. Los tres personajes y sus relaciones mutuas de amor/odio aparecen delineados con profundidad y penetración psicológica, a través del lenguaje y atmósfera provincianos que dominan el relato. El trío protagonista está rodeado de un elenco de personajes característicos que conforman un paisaje humano ciertamente peculiar: el Caparranas, el Calandria, el Saltaparedes, la loca Socorrito, la Rajada, la tía Esquilacha, el señor de Andrada y unos cuantos más.

La riqueza de lenguaje y expresiones es muy notable y sirve para invocar todo un mundo de tradiciones antiguas y vocabulario ancestral. El ritmo de la acción es trepidante, se suceden las aventuras y peripecias más inimaginables e imprevisibles, en una especie de versión gallega y anticuada de «¡Jo, qué noche!».

Pero lo que más llama la atención de este texto es lo bien escrito que está, la armonía que desprenden sus frases y párrafos. Todo un lujo literario disfrazado con el lenguaje vulgar y algo soez de un grupo de borrachuzos de pueblo. La parranda es un relato tremendo, de muchos quilates literarios, que se lee con facilidad y placer, y que todo buen lector debería conocer. 

Fue una de las primeras novelas de la posguerra publicada en gallego, revolucionó la narrativa en ese idioma y es un clásico de mediados del siglo XX injustamente olvidado y que debería figurar en los libros de literatura española al lado de «La familia de Pascual Duarte» (1947).

Eduardo Blanco Amor (Orense, 1897-1979) fue un escritor y periodista gallego. Su padre abandonó el hogar cuando él tenía 3 años y a los 17 años entró a trabajar como secretario en «El Diario de Ourense». A los 22 años emigró a Buenos Aires, donde siguió ejerciendo el periodismo.

Entró a trabajar en La Nación, donde conoció a grandes escritores argentinos, como Leopoldo Lugones, Borges, Sabato y Mallea, y uruguayos como Horacio Quiroga. Publicó sus primeras novelas y en 1928 regresó a España como corresponsal de La Nación, conoció a Lorca, se hicieron grandes amigos.

Al estallar la guerra civil española, volvió a Argentina y ya no volvió a nuestro país hasta 1965. Publicó varias novelas, entre las que destacan «La catedral y el niño» (1948) y esta «Parranda»(1959), libros de relatos y poesía. Ha permanecido en el olvido, probablemente por su condición de exiliado y homosexual.

Eduardo Blanco Amor

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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