Título: La escuela de canto Autora: Nell Leyshon
Páginas: 218 pág.
Editorial: Sextopiso
Precio: 18,90 euros
Año de edición: 2022
Héroes y heroínas pueblan el pasado y el presente de la humanidad, así como los ensayos, las novelas, los cuentos y el cine. Personas que han tenido y tienen un valor extraordinario para salir de sus situaciones de origen con esfuerzos también fuera de lo común, para ganar libertad y autonomía. Nos gusta conocer esas historias porque en algún momento nos hacen conectar con los sueños que alguna vez tuvimos o con las ensoñaciones que nos provocan cuando las conocemos, aunque solo sea porque por unos momentos —si la historia está bien contada— nos hacen acariciar la vivencia de otras realidades quizás más interesantes que la nuestra, o quizás lo que nos resuena es el valor y la fuerza que tuvieron esos personajes. Es esa conexión con nuestros sueños, o quizás también realidades, la experiencia que nos provoca esta pequeña e intensa historia.
Estamos en Inglaterra en el s. XVI, en el medio rural más mísero. La protagonista es una niña de doce años que no tiene horizonte vital alguno más que perpetuar la condición de campesina pobre, analfabeta y sumisa. Sin embargo, encuentra de manera fortuita y potente la solución para salir de ese destino. A Ellyn, que así se llama la niña, le gusta cantar, pero no conoce más que una pequeña y pobre canción campesina aprendida de su madre. Un día, al escuchar por casualidad un canto que sale de la iglesia, tiene una intensa y maravillosa sensación que se hace aún mayor cuando se da cuenta de que es capaz de reproducirlo. Desde ese momento, no hay otra cosa que ocupe su mente que encontrar la manera de entrar en aquel lugar prohibido por sus padres para seguir escuchando, aprender esa música y cantar.
Leemos cómo la narradora, que es la propia protagonista, va contando a su hermana pequeña recién nacida —único rayo de luz en su vida— todas las experiencias nuevas que va viviendo y que la alejan cada vez más de la mísera granja de sus padres. En su pensamiento siempre está la bebé, que es también la razón de su escritura. Su objetivo es contarle cómo está siendo su experiencia para que el día que crezca salga también ella de ese futuro de hambre, trabajo y un matrimonio con otro rudo campesino para seguir trayendo más hijos al mundo de los que serán capaces de alimentar.
Otra vez, como siempre en las obras de esta autora, estamos ante un canto a la libertad, a la valentía de saltarse las normas injustas, al esfuerzo y al conocimiento como medio de llegar a descubrir algo más que el propio pequeño mundo y saber que no es plano, sino que su horizonte infinito está poblado de gentes y cosas que merecen ser descubiertas. Viajes sin retorno que resarcen de todos los padecimientos.
La autora vuelve a utilizar el recurso que tan buen resultado le dio en la anterior novela, «Del color de la leche», reseñada aquí por Antonio F. Rodríguez y que no es otro que el de la narradora en primera persona que va adquiriendo poco a poco el lenguaje escrito y por tanto comienza con una reproducción elemental de su escaso vocabulario y va mejorando a medida que ella misma va aprendiendo hasta llegar al final de la novela, cuando ya conoce hasta el latín.
La traducción, nada fácil, es de Mariano Peyrou que ya es un buen conocedor de la autora y transcribe perfectamente esa progresión.
Un libro con el que nos sumergimos totalmente en la vida de la pequeña Ellyn y sus difíciles luchas. Para disfrutarlo, es preferible no leer ni siquiera la información de la editorial pues, otra vez más, revelan lo que debe ser descubierto por los lectores.
¡Qué buena lectura!
Desde 2013 no teníamos oportunidad de leer la poderosa y original escritura de la británica Nell Leyshon (Glastonbury, 1962). Este relato otra vez nos conquista no solo por lo que narra, sino por cómo lo hace. También ha conquistado a las librerías españolas, que lo han recomendado en el mes de mayo, mes en el que ha estado en las Ferias del libro de Navarra y Madrid, y también en Cuenca donde ha recibido el premio Glauka que otorga la Asociación «Amigas de la lectura».
Es dramaturga antes que novelista y ha recibido muchos y merecidos premios. Nos gusta también por su compromiso para dar voz a los que no la tienen que no solo son protagonistas en sus obras, sino que trabaja con ellos en una asociación para que aprendan a escribir su propia historia o las que deseen.
Publicado por Paloma Martínez.
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