Roper: ¿De modo que, según vos, el propio diablo debe gozar del amparo del derecho?
Moro: Sí. ¿Qué harías tú? ¿Abrir atajos en esta selva de la ley para prender más pronto al diablo?
Roper: Yo podaría a Inglaterra de todas sus leyes con tal de echar mano al diablo.
Moro (interesado y excitado): ¿Ah, sí? (Avanza hacia Roper). Y cuando hubieses cortado la última ley, y el diablo se revolviese contra tí, ¿dónde te esconderías de él? (Se aparta). Este país ha plantado un bosque espeso de leyes que lo cubre de costa a costa, leyes humanas, no divinas. Pero si las talas, y tú serías capaz, ¿te imaginas que ibas a resistir en pie los vendavales que entonces lo asolarían?
(Tranquilo). Sí, por mi propia seguridad, yo le otorgo al diablo el amparo de la ley.
De «Un hombre para la eternidad» (Robert Bolt, 1960)
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
Qué maravilloso diaologo, qué aleccionador y qué estupenda película. Graciad Antonio.
ResponderEliminarGracias, se me quedó grabado cuando ví la película. Salud y libros.
ResponderEliminarHola, Antonio. Escribí el anterior comentario desde el móvil y lo envié como anónimo sin darme cuenta.
ResponderEliminarNo pasa nada. Un abrazo.
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