Título: La llave misteriosa y lo que abrió Autora: Louisa May Alcott
Páginas: 128
Editorial: Funambulista
Precio: 15 euros
Año de edición: 2021
Alcott es mucho más que la autora de «Mujercitas». Fue una mujer que escribió mucho y muy bueno y en una primera época, se dedicó a publicar en revistas y diarios folletines de suspense, como «La llave misteriosa y lo que abrió», porque era lo que el público demandaba y necesitaba tener ingresos. No era su género preferido, se sentía más realizada publicando su novela más famosa, «Mujercitas», pero en libros como este que hoy comentamos también dejó todo su genio y talento.
Publicada en originalmente en 1867 e inédita en español hasta ahora, es una novelita corta en 112 páginas y 12 capítulos, que se lee en una tarde, una nouvelle de intriga y suspense, que recuerda a las historias de Wilkie Collins. Contiene casi todos los tópicos del género gótico: un poema profético, una maldición familiar, libros misteriosos y cartas enigmáticas, fantasmas, aparecidos, secretos, identidades ocultas, revelaciones sorprendentes, lealtades inquebrantables y traiciones vergonzosas. Una montaña rusa de emociones y una intriga que no solo va resolviendo los enigmas planteados, sino que va añadiendo más en cada capítulo, hasta el brillante desenlace en el que todo se resuelve en un apoteosis de romanticismo. Una obra redonda, muy bien ejecutada y mejor rematada con un final que no defrauda.
La novela está escrita con mucho oficio, un ritmo muy vivo y un estilo clásico y armonioso que se lee con gran facilidad. Una novela encantadora y deliciosa, que me ha encantado, por más que para la autora fuera un mero trabajo alimenticio para ir tirando mientras se dedicaba a lo que quería escribir: novelas largas.
La traducción es muy buena y hay que agradecérsela a la mostoleña Micaela Vázquez Lachaga, formada en la Universidad Autónoma de Madrid y en la Complutense, y especializada en traducir del inglés, alemán e italiano.
Louisa May Alcott (Germantown, Pensilvania, 1832-1888) creció en una familia abolicionista y seguidora del trascendentalismo, un movimiento filosófico y religioso, basado en la
creencia en la unidad del mundo y de Dios, y en la inmanencia del
mundo. Para los trascendentalistas, el alma de cada individuo es
idéntica al alma del mundo y contiene lo que el mundo contiene.
Conoció a Ralph Waldo Emerson, Walt Whitman y Henry David Thoreau. Trabajó como maestra, costurera, institutriz, enfermera y escritora. Comenzó a escribir cuentos para entretener a la hija de Emerson, más tarde publicó algunos de ellos en revistas literarias, escribió 30 novelas de suspense, como esta, y con «Mujercitas» (1868), basada en parte en su infancia, alcanzó un éxito espectacular. Se dedicó a redactar tanto y tan rápido, que aprendió a escribir con las dos manos para poder seguir con la izquierda cuando se le acalambrara la derecha.
Fue
una mujer adelantada a su tiempo, independiente, feminista y
abolicionista, apoyó con entusiasmo la igualdad entre sexos y una vida
libre para todos los seres humanos. Falleció a los 55 años como consecuencia de la intoxicación con mercurio que sufrió durante la Guerrra de Secesión estadounidense.
Louisa May Alcott
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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