En otro tiempo hubo un río aquí,
donde ahora hay bancos y losetas.
Hay más de una docena de ríos bajo la ciudad,
si hacemos caso a los más viejos.
Ahora es sólo una plaza en un barrio obrero.
Y tres chopos son la única señal
de que el río sigue ahí abajo.
a punto de desbordarse.
Si no son los miedos, es el arrepentimiento.
Si no son las dudas, la impotencia.
Tecnología
Mi abuelo no sabía leer, tampoco
sabía escribir. Sin embargo, era conocido
Por las historias que contaba. Él encendía,
rodeado de críos, las fogatas de San Juan.
La caligrafía de mi padre era inclinada, elegante.
Tejía el papel con precisión,
Como si esculpiera sobre la pizarra.
Todavía tengo la postal que envió desde la mili:
«Yo bien, tú bien,
mándame cien».
Nosotros mandamos
mensajes electrónicos.
Es cierto: en tres generaciones hemos recorrido
un largo trecho en la historia de la escritura.
De todas formas, las preocupaciones, los miedos
son los mismos de siempre, y lo seguirán siendo:
Muy buenos poemas. Gracias por compartir, Antonio.
ResponderEliminarUn saludo.
Jesús Rojas