Páginas

Bibliotecas digitales

lunes, 26 de octubre de 2020

No todos los hombres habitan el mundo de la misma manera - Jean-Paul Dubois

 

Título: No todos los hombres habitan el mundo de la misma manera                              Autor: Jean-Paul Dubois

Páginas: 224

Editorial: Alianza 
 
Precio: 17,10 euros  

Año de edición: 2020

No sé si el título es el más comercial posible -no le hace falta a un premio Goncourt-, lo que está claro es que refleja perfectamente su contenido y, a mi juicio, eso es lo importante.

Se trata de mostrar algo de este mundo tan diverso que las personas hacemos nuestro -lo habitamos- cada cual a nuestra manera y, por imposible que parezca, siempre diferente a pesar de las muchas similitudes existentes. Por esa razón se invalida el dicho de que todo ya está escrito y por esa razón celebramos la lectura de una novela que nos lleva a ver la vida desde perspectivas diferentes a través de unos personajes que no son especialmente singulares, aunque sí interesantes, y en la que es la conjunción de ellos y sus interacciones lo que da la nota de singularidad.  Narración singular también por la técnica literaria depurada del autor y por la carga de profundidad de una serie de temas importantes que nos propone y que fundamentan las historias, lo que no impide una ágil y placentera lectura.

El tono de la novela es sereno, como se muestra el autor en las entrevistas, con un sentido del humor inteligente, en ocasiones irónico, que nos hace sonreír en muchas ocasiones, y bastante escéptico. Se muestra rebelde ante la injusticia y ante las situaciones de ejercicio despótico de la autoridad que siempre se han dado y que, en las sociedades democráticas actuales, aunque las fórmulas del ejercicio abusivo puedan ser más sibilinas, se dan con enorme virulencia (piénsese en el tratamiento de los trabajadores -ahora llamados «recursos humanos»- en muchas empresas, especialmente en las multinacionales).

Dubois, es, ante todo, un amante de la libertad por lo que se prodiga poco en los medios de comunicación. Ha sido también siempre coherente en su compromiso con los excluidos de la sociedad. Una forma de ser que supone la toma partido también en la escritura, aunque lo hace de forma suave y sin aparente vehemencia, y que constituye el poso que va dejando en su relato, que a medida que leemos nos va impregnando del deseo de que el humanismo sea un valor al alza.

Los personajes, muy bien definidos, son muy diferentes, dan un amplio espectro de formas de «habitar el mundo», que se reflejan también en los contrastes y las diversas fórmulas para manejar los conflictos que surgen. Por otro lado, permiten al autor mostrar parte de sus creencias.

Encontramos un pastor sueco casado con una francesa que regenta un cine de arte y ensayo que deriva en una sala de exhibición del cine porno de los años 70, iniciado en EUA y que se difundió como la pólvora -mafias incluidas- en Europa. Son los padres de Paul, el protagonista quien cuenta su vida desde la cárcel en la que pasa dos años compartiendo una minúscula celda con un bruto de cuerpo y simple de espíritu. Este personaje con el que comparte todos los momentos de su vida, incluso los más íntimos y humillantes de compartir, los fisiológicos, está inspirado en las visitas que el autor hizo a algunas cárceles de condenados a muerte en EUA en su época de reportero.

Y es en la cárcel donde el protagonista va recordando su vida y la de sus próximos, entre los que están sus muertos a quienes hace convivir con él de una forma natural y sugerente, destacando su mujer, una mestiza descendiente de irlandesa e indio de los Apalaches y la perra de ambos, con la que logra comunicarse a través de un lenguaje gestual inventado. La construcción del protagonista está inspirada en un conserje de una casa de viviendas donde el autor vivió en Montreal, lleno de humanidad pero que en un momento determinado se rebela y, cuando leemos la escena, nuestro fuero interno se rebela con él. El lenguaje no es inocente.

Dubois ha sido periodista de reportajes y también de artículos de fondo en algunos medios relevantes como «Le nouvel observateur» y, según él mismo explica, cuando la técnica periodística se domina y cuando se cumplen las reglas de claridad, síntesis, veracidad y honestidad, la escritura sale sola y le produce momentos del mayor bienestar. Es lo que transmite y nos llega a los lectores que disfrutamos con sus historias. Hay que anotar que los momentos, muy bien medidos, de descripción de la zona norte de Canadá, en donde se desarrolla buena parte de la novela, transmiten con delicada belleza la grandiosidad de las grandes extensiones solitarias pobladas de bosques, así como la sensación de placidez que esos paisajes producen.

Como él mismo afirma, es un contador de historias y la historia que nos ofrece es una buena historia.

  

Jean-Paul Dubois

Jean-Paul Dubois, tolosano nacido en la mitad de siglo XX, es un autor ampliamente conocido en Francia en donde ganó el Premio de humor negro en 1991, el Premio France Télévisions en 1996,  el Premio Fémina, el FNAC de novela por «Una vida francesa» en 2004, y en 2012 recibió un premio, el Alexandre-Vialatte, que se da para «recompensar a un escritor en lengua francesa cuya elegante escritura y vivacidad de espíritu sean fuente de placer para el lector». Bien merecido porque cumple con esas dos máximas que nos hacen disfrutar. 

En España es poco conocido pues tan solo han sido traducidas tres de sus novelas, aparte de este merecido Premio Goncourt 2019 -su novela número 28- objeto de esta reseña, que también recibió el premio de la sección española del Goncourt. Ojalá sea el empuje para que lo traduzcan y lo leamos más.  

Publicado por Paloma Martínez.

2 comentarios:

  1. Pues sí que es interesante el trabajo de este autor. Necesario, incluso, diría yo en estos tiempos de individualismo "aempático" y feroz. Habrá que aprovechar y leer las novelas traducidas a nuestro idioma, ya que el acceso a sus artículos de prensa ( que, por esta reseña, intuyo magníficos), no parece factible. No todos habitamos el mundo del mismo modo, es cierto. Ni siquiera leemos los libros del mismo modo. Los libros germinan y crecen de un modo distinto en cada lector. Gracias por tu lectura siempre iluminadora: abre balcones panorámicos.

    ResponderEliminar
  2. Que alegría María recibir tus comentarios siempre tan estimulantes para seguir hablando de los libros y escritores que nos gustan. Y, efectivamente, a cada cual nos resuenan aspectos diferentes de lo que nos ofrecen, En lectura, como en biología, el máximo de diversidad es el máximo de valor.
    Muchas gracias por leerme.

    ResponderEliminar