Título: La cucaracha Autor: Ian McEwan
Precio: 17 euros
Año de edición: 2020
Según la RAE, la segunda acepción de divertimento es una obra artística o literaria de carácter ligero, cuyo fin es divertir.
El autor de «La cucaracha», Ian McEwan, nos tiene acostumbrados a su estilo breve, muy cuidado, elegante y con toques de una fina ironía. En esta pequeña novela se reconoce su escritura, pero da un paso más que podemos definir como divertimento. Parece que, efectivamente, haya sido un divertimento para él mismo el escribirla, pero también lo es para los lectores. Se nota que disfruta con ese tipo humor, esa crítica que en general es sutil, pero aquí pasa a ser decididamente explícita. En esta novela, el objeto de la ironía, transformada en crítica en toda regla, es la política de su país y, por extensión, la clase política europea y, para no dejar títere con cabeza, el presidente de los Estados Unidos que se lleva, si no la palma de los despropósitos, pues no es él el objetivo principal del libro, una gran mención de honor. Los periodistas y las grandes cadenas de ¿información? no se van tampoco de rositas y, como hay para todos, los economistas reciben también su galardón.
El inicio es impactante. A la manera de Kafka en su «Metamorfosis», pero a la inversa, una cucaracha se convierte en humana y junto a ella, un grupo de congéneres. Y no será cualquier ser humano, sino el primer ministro inglés que, junto con los componentes de su gabinete, tiene una misión fundamental. El medio para conseguirlo es darle la vuelta al planteamiento económico del país saliéndose de la lógica que impera en el mundo entero y en una Europa de la que el Reino Unido es parte, especial, pero parte. Se trata de conseguir poner en marcha y hacer realidad un nuevo concepto económico, el «reversionismo», opuesto al «avantismo» imperante lo que, en síntesis, supone: que las personas deben pagar por trabajar y serán pagadas por comprar; los caseros pagarán a sus inquilinos; el gobierno hará regalos fiscales a los trabajadores… Todo con el fin de lograr el pleno empleo. De esa manera, se trata de lograr que el Reino Unido consiga en solitario la fórmula que luego sirva de ejemplo a todo el mundo.
El mundo al revés. Los detalles y la manera de instaurar la nueva fórmula son el objeto del disfrute de la lectura de los capítulos intermedios de una obra que se lee rápidamente y que da paso a un final sorprendente.
Mientras narra el cómo, el autor lanza pequeñas perlas que podemos identificar perfectamente con detalles de la política actual más cercana basada en juegos de intereses en la que los ciudadanos son -somos- simples números solo importantes a la hora de las elecciones y en la que la ambición de la clase política y sus propios intereses parecen ser el fundamento de decisiones que afectan a toda la sociedad.
Una pequeña obra cargada de sentido en la que la inteligencia del autor y su estilo hacen que disfrutemos tanto que no acabamos deprimidos por un panorama tan negro que reconocemos sin posibilidad de error. Hay quien dice que la mejor manera de tratar un tema duro es el humor. Es lo que ha hecho Ian McEwan.
Un hurra, otra vez, para este novelista que siempre tiene una mirada crítica hacia nuestra sociedad, en muchos casos y particularmente en este, con el foco de atención en la política, o mejor en algunas políticas, y en otras ocasiones, en las relaciones familiares, la tercera edad o en la propia esencia de las personas. Un gran observador y mejor sintetizador con mirada clarificadora y lenguaje cuidado, medido y preciso.
Genial. Gracias, Paloma por esta reseña. Me ha interesado mucho "La cucaracha". Gracias a ti he sabido de este libro que, revestido de humor, constituye un análisis profundo de la actual política psicopática.
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar María, ojalá te guste tanto como a mí. Ya dirás.
ResponderEliminarSaludos afectuosos
Paloma