Voy a dormir
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación, la que te guste;
todas son buenas: bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes…
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides… Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…
Éste es el último poema que nos dejó Alfonsina Storni (Capriasca, Suiza, 1892-1938), la gran poeta argentina y postmodernista. Había emigrado con sus padres, fabricantes de la cerveza Los Alpes, a la Argentina con cuatro años, primero a San Juan y luego a Rosario. Fué actriz, maestra, cajera y poeta. Publicó si primer libro de poesías a los 36 años. Escribió teatro, fué poeta reconocida, mantuvo un largo idilio con Horecio Quiroga, el escritor de la selva, conoció a los poetas modernistas y coincidió varias veces con Federico García Lorca.
Padeció un cáncer de mama y le tuvieron que practicar una mastectomía, que afectó a su precario equilibrio nervioso. Había padecido depresión, paranoia y crisis durante toda su vida, pero la operación la alteró profundamente. Su enfermedad tumoral no evolucionó bien y para evitar un final largo y doloroso, se suicidó tirándose al mar en Mar del Plata. Curiosamente, antes de que hubiesen pasado 20 meses desde su muerte, sus dos amigos y escritores Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones también se suicidarían.
Su muerte inspiró el tema Alfonsina y el mar, música del pianista argentino Ariel Ramírez y letra del escritor Félix Luna, compuesto para Mercedes Sosa en 1969. Los autores imaginaron una muerte más poética, en la que Alfonsina se interna andando en el mar hasta que se ahoga.
Antes de morir, Alfonsina compuso este poema de despedida, lo introdujo en un sobre y lo envió al diario La Nación, en el que colaboraba.
Se nota en ese poema final su infinito cansancio de vivir...
ResponderEliminarConmueve leerlo.
Gracias por tan buena entrada, complementada con la preciosa canción.
Gracias Antonio y Volarela. Gran poeta. Gran canción. Grandes autores y la voz, inolvidable, de la negra Sosa. Emotiva historia.
ResponderEliminarGracias a los dos por vuestros comentarios. Siempre nos quedará la poesía.
ResponderEliminarSalud y libros.
Antonio