Título: Horizontes perdidos
Autor: James Hilton
Páginas: 256
Editorial: PLaza y Janés
Editorial: PLaza y Janés
Precio: 7,90 euros
Año de edición: 1993
Publicada en 1933, esta curiosa y utópica novela de aventuras espirituales cuenta la odisea de un grupo de viajeros occidentales que, por un azar del destino, acaban llegando a un lugar utópico y paradisíaco, Shangri-La, escondido y aislado del mundo exterior en el corazón del Himalaya.
Allí se encuentran con una sociedad perfecta pacífica, dedicada al perfeccionamiento espiritual de sus miembros, donde la población se mantiene siempre joven y saludable, gobernada con sabiduría por unos misteriosos lamas. Una utopía espiritual que recuerda al Tíbet, un estado religioso al fin y al cabo, orientado a la espiritualidad y ahora ocupado por China, y sobre todo, al concepto budista de Shambhala, el gobierno utópico basado en la auténtica sabiduría, en el que el poder está en manos no de los más fuertes, sino de los mejores.
El grupo está formado por el cónsul británico en la India, un capitán, una misionera cristiana y un hombre de negocios estadounidense. Cada uno mostrará su personalidad a través de sus reacciones ante la inesperada situación.
Una novela de aventuras del alma, escrita 23 años antes que «El tercer ojo», amena, solvente y que se deja leer muy bien, donde más que buscar personajes clásicos, resulta muy interesante ver qué estado de perfección y progreso espiritual representa cada personaje. La cosa tiene más jugo de lo que parece y el lector avispado encontrará ideas bastante profundas relacionadas con la ascesis y el misticismo.
Hay una versión cinematográfica bastante buena, con paisajes impresionantes, dirigida en 1939 por Frank Capra y protagonizada por Ronald Colman y Jane Wiatt.
El éxito del libro y de la película sirvieron para que el nombre de Shangri-La se hiciera popular, y sirviese tanto para nombrar una localidad tibetana de Zhongdian (en chino Xianggelila), en la que estuvo de visita el autor y que pudo servirle de inspiración para su paraíso alpinista, como para que el presidente Roosevelt, en un ataque de modestia, llamase así a una de sus residencias. Menos mal que luego, alguien más prudente la llamó Camp David.
En cualquier caso, un superventas pionero en la incorporación de temas espirituales, luego vendrían muchos otros. Un clásico de aventuras que inició un nuevo estilo, bien escrito, curioso y que se deja leer muy a gusto.
James Hilton (Lancashire, 1900-1954) fué un escritor británico famoso precisamente por escribir esta novela, Horizontes perdidos en 1933. Hijo de un director de escuela, estudió Literatura en Cambridge y empezó a trabajar como periodista en el Manchester Guardian y en el Daily Telegraph.
Escribió su dos novelas más famosas («Horizontes perdidos» y «Adiós, Mr. Chips») mientras vivía en una tranquila casa del norte de Londres, hoy decorada con una placa conmemorativa. Luego se fué a vivir a California y trabajó para la radio y escribiendo guiones para Hollywood.
Estuvo casado dos veces y adquirió la nacionalidad estadounidense en 1948. Era un gran fumador y falleció de cáncer de hígado con tan solo 54 años. Su obituario decía que era un hombre modesto y abrumado por todo su éxito; un alpinista entusiasta que disfrutaba de la música y los viajes. Y parece que era verdad.
James Hilton
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario