Título: Panorama del hampa
Autor: Blaise Cendrars
Páginas: 157
Editorial: Trapisonda
Precio: 19,60 euros
Año de edición: 2019
Este libro, escrito en 1935, es en realidad un reportaje de los bajos fondos en la Francia de los años 30, cuando el romanticismo de los delincuentes chulos fanfarrones que tiraban de navaja con facilidad, fué sustituido por las organizaciones criminales, más acostubradas al cloroformo y la porra de goma.
El autor describe el crimen organizado, sus costumbres y sus tics, su comportamiento en algunos bares que sirven de tapadera y punto de encuentro. Y lo hace con un estilo muy eficaz, escueto y directo, casi sincopado, salpicado de descripciones literarias trabajadas y sugerentes. Una mezcla curiosa.
Los negocios más lucrativos eran por entonces el tráfico de opio y la trata de blancas. La droga se concentraba en Marsella, el primer mercado mundial de opio, y desde el principio, las corrientes de dinero rápido y fácil salpicaron a la política, la pervirtieron e hicieron miuho más difícil la persecución policial.
Todos ese ambiente nos describe este manco genial, con sus métodos para rebajar la cocaína con bórax, el inocente contrabando de sacarina en le norte, en la frontera con Bélgica, el tráfico de portugueses, cómo funcionaban los casinos, verdaderas fábricas de hacer dinero, los sicarios, los que compran joyas robadas y cómo operan para quedar siempre a salvo... todo un mundo fascinante, que ayuda a conocer el periodo de entreguerras en Europa y que puede verse como un ejercicio de nuevo periodismo avant la lèttre, o como un libro de historia cotidiana.
El texto se divide en 16 capítulos, a cual más sorprendente y sabroso, y uno se encuentra con pasajes tan divertidos como inesperados, como la relación de anécdotas de contrabandistas vascos.
Un libro extraño, tremendamente original, que parece describir con mucha fuerza y fidelidad la clase social formada por los delincuentes organizados en Francia durante los años 30. Muy, pero que muy interesante.
Autor: Blaise Cendrars
Páginas: 157
Editorial: Trapisonda
Precio: 19,60 euros
Año de edición: 2019
Este libro, escrito en 1935, es en realidad un reportaje de los bajos fondos en la Francia de los años 30, cuando el romanticismo de los delincuentes chulos fanfarrones que tiraban de navaja con facilidad, fué sustituido por las organizaciones criminales, más acostubradas al cloroformo y la porra de goma.
El autor describe el crimen organizado, sus costumbres y sus tics, su comportamiento en algunos bares que sirven de tapadera y punto de encuentro. Y lo hace con un estilo muy eficaz, escueto y directo, casi sincopado, salpicado de descripciones literarias trabajadas y sugerentes. Una mezcla curiosa.
Los negocios más lucrativos eran por entonces el tráfico de opio y la trata de blancas. La droga se concentraba en Marsella, el primer mercado mundial de opio, y desde el principio, las corrientes de dinero rápido y fácil salpicaron a la política, la pervirtieron e hicieron miuho más difícil la persecución policial.
Todos ese ambiente nos describe este manco genial, con sus métodos para rebajar la cocaína con bórax, el inocente contrabando de sacarina en le norte, en la frontera con Bélgica, el tráfico de portugueses, cómo funcionaban los casinos, verdaderas fábricas de hacer dinero, los sicarios, los que compran joyas robadas y cómo operan para quedar siempre a salvo... todo un mundo fascinante, que ayuda a conocer el periodo de entreguerras en Europa y que puede verse como un ejercicio de nuevo periodismo avant la lèttre, o como un libro de historia cotidiana.
El texto se divide en 16 capítulos, a cual más sorprendente y sabroso, y uno se encuentra con pasajes tan divertidos como inesperados, como la relación de anécdotas de contrabandistas vascos.
Un libro extraño, tremendamente original, que parece describir con mucha fuerza y fidelidad la clase social formada por los delincuentes organizados en Francia durante los años 30. Muy, pero que muy interesante.
Blaise Cendrars (La Chaux-de-Fonds, 1887-1961) fué un escritor suizo en francés, que acabó por conseguir la nacionalidad francesa. Hijo del inventor de un telar y de la hija de un hotelero, viajó siendo niño con sus padres a Nápoles, Egipto y Basilea. Con 16 años se fugó a Rusia y se encontró con la Revolución bolchevique.
Viajó en el transiberiano como representante de comercio, trabajó en San Petersburgo como aprendiz de relojero, y en la biblioteca imperial conoció a un personaje clave en su vida: el bibliotecario Sozonov, que le convenció de que se dedicase a la escritura. A partir de entonces escribió sobre todo lo que le pasaba y comenzó a publicar libros.
Se alistó en la Legión Extranjera y participó en la Primera Guerra Mundial, donde perdió el brazo derecho. Inició la carrera de Medicina, pero no la acabó. Estuvo en Estados Unidos y viajó durante toda su vida, desempeñando los oficios más variados y a veces, se dice que pasándose al otro lado de la ley.
Un año antes de su muerte recibió el único premio literario de su vida, el Gran Premio Literario de la Ciudad de París. Cuando falleció, dejo más de 30 novelas a medias. Es un escritor diferente, inclasificable, excéntrico y singular. Un autor de culto que vale la pena conocer, aunque sus libros no son nada fáciles de encontrar.
Viajó en el transiberiano como representante de comercio, trabajó en San Petersburgo como aprendiz de relojero, y en la biblioteca imperial conoció a un personaje clave en su vida: el bibliotecario Sozonov, que le convenció de que se dedicase a la escritura. A partir de entonces escribió sobre todo lo que le pasaba y comenzó a publicar libros.
Se alistó en la Legión Extranjera y participó en la Primera Guerra Mundial, donde perdió el brazo derecho. Inició la carrera de Medicina, pero no la acabó. Estuvo en Estados Unidos y viajó durante toda su vida, desempeñando los oficios más variados y a veces, se dice que pasándose al otro lado de la ley.
Un año antes de su muerte recibió el único premio literario de su vida, el Gran Premio Literario de la Ciudad de París. Cuando falleció, dejo más de 30 novelas a medias. Es un escritor diferente, inclasificable, excéntrico y singular. Un autor de culto que vale la pena conocer, aunque sus libros no son nada fáciles de encontrar.
Blaise Cendrars, un tipo duro
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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