Título: En el arrozal
Autora: Marquesa Colombi
Páginas: 176
Editorial: Contraseña
Precio: 16 euros
Año de edición: 2019
Qué estupenda sensación leer un
libro cuya elección ha sido fruto del azar, sin tener referencia alguna y, por
tanto, sin esperar nada de él, y disfrutarlo tanto como lo he hecho en una
mañana sin perspectivas de otra actividad.
Este librito que fue escrito en 1878, época en la que el realismo era una corriente de moda, nos presenta un tema –las duras condiciones del trabajo de la mujer- de una manera singular. Singular porque la narración es clara, sencilla, discurrimos por ella sin «arrebatos empáticos» por los personajes ni por sus duras y miserables vidas. Tampoco nos emociona la protagonista que realmente lo merece. Es como si estuviéramos leyendo un cuento, lo que se hace evidente también en muchos principios de capítulo: «Pasaron así dos años», «El primer domingo de diciembre…» o «Había un caserío…». Aún hay otra fórmula que nos recuerda más a un cuento que a una novela, es la intervención directa de la narradora que -con ánimo didáctico- aclara al lector situaciones que ocurren en las sociedades rurales de la época, pero, sobre todo, cuando toma partido al caracterizar a los personajes, y nos los presenta como dignos de lástima por medio de expresiones como «pobres chicas» o «pobre hombre».
Este librito que fue escrito en 1878, época en la que el realismo era una corriente de moda, nos presenta un tema –las duras condiciones del trabajo de la mujer- de una manera singular. Singular porque la narración es clara, sencilla, discurrimos por ella sin «arrebatos empáticos» por los personajes ni por sus duras y miserables vidas. Tampoco nos emociona la protagonista que realmente lo merece. Es como si estuviéramos leyendo un cuento, lo que se hace evidente también en muchos principios de capítulo: «Pasaron así dos años», «El primer domingo de diciembre…» o «Había un caserío…». Aún hay otra fórmula que nos recuerda más a un cuento que a una novela, es la intervención directa de la narradora que -con ánimo didáctico- aclara al lector situaciones que ocurren en las sociedades rurales de la época, pero, sobre todo, cuando toma partido al caracterizar a los personajes, y nos los presenta como dignos de lástima por medio de expresiones como «pobres chicas» o «pobre hombre».
Como no sabía nada de la autora, llegué a pensar que estaba leyendo a una
Marquesa de verdad, benevolente con la vida de los pobres y con un acercamiento
paternalista a sus vidas. La información que obtuve después me descubrió que estaba totalmente equivocada
en cuanto a la autora, pues se crió en un hospicio, pero también conocí que había
puesto al librito el subtítulo de «Un cuento de navidad» –muy al gusto de la época-. Es lo que
explica esa presentación de los hechos en donde la dureza de la vida narrada se compensa
con el disfrute inocente de las pequeñas alegrías de esas gentes sencillas, como la charla
cotidiana mientras se hila o remiendan prendas en el establo, o el baile dominical. También
aparece al final el elemento compasivo y redentor –típico en los cuentos- de los personajes que han
sucumbido a «las malas tentaciones».
Nos narra la vida de una joven, Nanna, en un pueblo paupérrimo del norte de
Italia, donde las chicas tienen el único horizonte de casarse y para ello deben
obtener dinero para la dote y para comprar «la plata» -unos alfileres que se
colocan en el peinado para señalar que son casaderas-. La única manera de
conseguir el dinero es trabajar en los arrozales cercanos. Trabajo duro donde
los haya, en el que están expuestas a enfermedades graves como el tifus, por lo que
deben conseguir lo más rápidamente posible la mísera cantidad que les deja el intermediario
que las explota robándoles parte sustanciosa de su sueldo. Es lo que les
permite cumplir su única aspiración, ser amas de casa, aunque sean casas en las
que se reproducen las míseras condiciones vitales sin esperanza de mejora. En
este medio se desarrolla la vida de Nanna y la narración se cierra mostrando un
personaje que ha evolucionado con el paso de las situaciones vividas –algo
requerido para una novela hasta no hace tanto tiempo-.
El hecho de que nos presente una vida tan dura atenuada por la fórmula
elegida para la narración, se explica también, por ser la manera de poder
denunciar –la autora era profundamente feminista- en aquellos momentos
situaciones vitales injustas y a la vez, ser leída, aspiración de cualquier escritor.
De hecho, aunque luego sería olvidada, tuvo mucho éxito.
Totalmente recomendable. Disfrute asegurado.
Leemos que el seudónimo, Marquesa Colombi, corresponde a Maria AntoniettaTorriani (Novana, 1840 – Turín, 1920). Fue una escritora muy popular en su
momento por sus novelas y obras teatrales y por sus colaboraciones en la
prensa, especialmente en el Corriere della Sera, donde le era fácil publicar,
dado que se casó con su fundador y director.
En 1973 fue redescubierta por Natalia Ginzburg e Italo Calvino,
quienes alabaron su novela «Un matrimonio de provincias». De hecho, hay quien ve similitudes entre las
dos autoras, por su forma sencilla de abordar la vida cotidiana y porque las dos
no dejan duda acerca de la verdad de lo que transmiten. A partir de aquellas
alabanzas, se reeditaron sus libros y la crítica volvió a tener en
consideración a la autora.
Asistimos ahora a una «nueva recuperación» de la autora en España gracias a
la editorial Contraseña que, una vez más, apuesta por mujeres de estas y otras
épocas y lo hace con una traducción llena de sensibilidad a cargo de Pepa Linares, la delicadeza en la edición a la que nos tiene acostumbrados, y, como
siempre, una magnífica portada, en este caso de Elisa Arguilé. Estupenda labor.
Marquesa Colombi
Publicado por Paloma Martínez
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