Título: El archipiélago del perro
Autor: Philippe Claudel
Páginas: 208
Editorial: Salamandra
Autor: Philippe Claudel
Páginas: 208
Editorial: Salamandra
Precio: 18 euros
Año de edición: 2019
Hoy me he puesto a recordar y a imaginar. He
recordado que hace años las televisiones, en épocas preelectorales, nos
inundaban con imágenes de los políticos viajando a todos los rincones de
nuestra geografía, los de la «España vacía» e incluso los «lugares fuera de
sitio». En esos largos viajes de autobús, veíamos que los políticos leían, y
anotábamos cuáles eran esos libros porque los entendíamos como mensajes de
campaña. Y después me he puesto a imaginar. He visualizado a los que nos
quieren gobernar ahora leyendo «El archipiélago del perro». Y puestos a
imaginar, he visto un gran foro público en el que cada uno de esos políticos-lectores
nos daba su visión del libro y elegía a
uno de los 6 personajes –obligatorio hacerlo- como más afín a sí mismo y más representativo
de su programa político.
Pero de golpe, he vuelto a la realidad. Al
igual que entonces el mensaje cifrado del libro elegido por ellos no iba
dirigido a cualquier elector -para empezar había que ser lector-, el libro que
querría que leyeran todos no es para cualquier elegible. Algunos no lo soportarían
hasta el final.
En esta nueva, impresionante y necesaria novela, Philippe Claudel nos plantea, a partir de unos personajes cuyo nombre no es
sino el de su cargo: la Vieja, el Alcalde, el Cura, el Aguacil, el Maestro o el
Investigador, diferentes posiciones frente a un tema peliagudo: denunciar la
aparición de tres cadáveres de jóvenes negros aparecidos de forma imprevista y
desconocida en la playa de su pequeña isla, o buscar la manera de ocultarlos
para que no se produzcan contrariedades en el gran proyecto constructor de un
gran balneario, que se presume como redentor de unas gentes condenadas a la
supervivencia por la miseria de sus recursos naturales y el aislamiento en el
que viven.
Con un lenguaje sobrio, limpio, neto, sin
concesiones al melodrama, pero que a veces nos obliga a parar para tomar aire,
el autor nos presenta un paisaje cuya importancia es fundamental en la vida de los
habitantes. En ese pedazo de tierra seca, aislada, dura, se mueven los
personajes que son mucho más complejos que la decisión final que cada uno toma
como solución al problema de los cadáveres. El proceso importa tanto como la
solución de cada uno. En ese proceso, cual un personaje más, los lectores nos
sentimos interpelados, incomodados, enfrentados a cotejar la distancia existente
entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Para lograr esa
interpelación directa al lector, para que no nos quedemos tranquilos pensando
que tan solo son personajes de ficción, Philippe Claudel ha utilizado, entre
otros, el recurso de no nombrarlos.
Todos podemos ser en algún momento de nuestra
vida uno de esos cargos en una sociedad pequeña –se me ocurre la familia o el
trabajo- y antes o después tenemos que responder a la incomodidad de
encontrarnos en nuestros pequeños reductos de decisión a quienes quieren entrar
no perteneciendo «a los nuestros, a los de siempre, a los conocidos»… Y en ese
proceso de ponernos en situación de decidir, sale todo lo peor de nosotros
mismos y, en el peor de los casos, lo que quedará será culpa y vergüenza. Vergüenza
que, como dice el autor, si la sentimos, al menos nos conecta con nuestra
naturaleza como seres humanos.
Magnífica novela.
Philippe Claudel
Presentar
al multipremiado, polifacético e infatigable Philippe Claudel (Dombasle-sur-Meurthe, 1962) en estos momentos
en los que sus éxitos son notorios como escritor de más de 20 novelas, como
guionista y director de cine, y decir algo nuevo, es difícil. Por ello y por el
compromiso que supone tratar un tema como el de este último trabajo suyo, es
más interesante resaltar de su biografía aquellas acciones que siempre le han
definido como persona responsable y comprometida con la sociedad y con su
entorno más cercano. Cuando era profesor trabajó mucho en la cárcel y dejó
testigo de ello en un librito estupendo «Le bruit des treauseaux». También trabajó con niños enfermos y discapacitados.
Ahora considera que su compromiso es esencialmente, como siempre, con la
escritura y en ello se empeña de tal manera que la siente como un diálogo con
sus lectores para el que tiene más preguntas que respuestas.
Philippe Claudel
Publicado por Paloma Martínez.
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