Título: La vida, instrucciones de uso
Autor: Georges Perec
Páginas: 640
Editorial: Anagrama
Precio: 14,90 euros
Año de edición: 1992
Publicada en el año 1978, esta novela, arriesgada y singular como pocas, es una de las propuestas más vanguardistas del siglo XX, el texto más ambicioso de su autor y a la vez, una obra de culto que ha sido traducida a multitud de idiomas y que ganó el prestigioso Premio Médicis.
No es una obra fácil de leer y a pesar de eso, es probablemente una de las obras experimentales más leídas. Se basa en la descripción minuciosa y detallada, incluyendo varias generaciones, de los habitantes de un edificio parisino de ocho plantas, con un sótano adicional y varios trasteros, de manera pormenorizada y exhaustiva, como haría un entomólogo que acaba de descubrir un hormiguero.
Está dividida en 99 capítulos, incluye más de mil personajes, de los que 167 son personajes principales que viven o han vivido en el edificio y el orden de los capítulos va recorriendo, siguiendo los movimientos del caballo del ajedrez, una de las fachadas del edificio, dividida verticalmente en sus plantas y horizontalmente en ocho habitaciones, con alguna que otra excepción. El libro está lleno de listas, enumeraciones y retahílas, de reglas y permutaciones fijas, en un furor combinatorio típico de Perec.
¿Y qué es, en mi opinión, lo más extraordinario de este libro? Pues que a pesar de estar construido con repeticiones estereotipadas, resulta extrañamente entretenido y literariamente muy bello. El genio de este loco literato consiste en inventarse primero un corsé de reglas absurdas y aburridísimas, para luego crear textos maravillosos dentro de él, de una calidad literaria asombrosa.
Estamos pues, ante un puzle literario único y complicadísimo, escrito a lo largo de dos años de intenso trabajo y que se completa con una serie de índices analíticos al final y una lista de treinta autores de los que se han tomado citas textuales y se han empotrado en el texto, de manera que el lector avispado puede jugar a intentar localizarlas. Desgraciadamente, no se incluye la solución del pasatiempo.
No vas a leer ningún libro como éste, su complejidad y capacidad lúdica es asombrosa y estoy seguro que hay más claves y rompecabezas cultos que me han pasado desapercibidos. Una locura de texto, único en su género y una obra maestra, reverenciada por la crítica y por toda una cohorte de lectores entusiastas.
Desde luego, es un ocho mil literario con todas las de la ley ¿Te atreves a leerlo?
Páginas: 640
Editorial: Anagrama
Precio: 14,90 euros
Año de edición: 1992
Publicada en el año 1978, esta novela, arriesgada y singular como pocas, es una de las propuestas más vanguardistas del siglo XX, el texto más ambicioso de su autor y a la vez, una obra de culto que ha sido traducida a multitud de idiomas y que ganó el prestigioso Premio Médicis.
No es una obra fácil de leer y a pesar de eso, es probablemente una de las obras experimentales más leídas. Se basa en la descripción minuciosa y detallada, incluyendo varias generaciones, de los habitantes de un edificio parisino de ocho plantas, con un sótano adicional y varios trasteros, de manera pormenorizada y exhaustiva, como haría un entomólogo que acaba de descubrir un hormiguero.
Está dividida en 99 capítulos, incluye más de mil personajes, de los que 167 son personajes principales que viven o han vivido en el edificio y el orden de los capítulos va recorriendo, siguiendo los movimientos del caballo del ajedrez, una de las fachadas del edificio, dividida verticalmente en sus plantas y horizontalmente en ocho habitaciones, con alguna que otra excepción. El libro está lleno de listas, enumeraciones y retahílas, de reglas y permutaciones fijas, en un furor combinatorio típico de Perec.
¿Y qué es, en mi opinión, lo más extraordinario de este libro? Pues que a pesar de estar construido con repeticiones estereotipadas, resulta extrañamente entretenido y literariamente muy bello. El genio de este loco literato consiste en inventarse primero un corsé de reglas absurdas y aburridísimas, para luego crear textos maravillosos dentro de él, de una calidad literaria asombrosa.
Estamos pues, ante un puzle literario único y complicadísimo, escrito a lo largo de dos años de intenso trabajo y que se completa con una serie de índices analíticos al final y una lista de treinta autores de los que se han tomado citas textuales y se han empotrado en el texto, de manera que el lector avispado puede jugar a intentar localizarlas. Desgraciadamente, no se incluye la solución del pasatiempo.
No vas a leer ningún libro como éste, su complejidad y capacidad lúdica es asombrosa y estoy seguro que hay más claves y rompecabezas cultos que me han pasado desapercibidos. Una locura de texto, único en su género y una obra maestra, reverenciada por la crítica y por toda una cohorte de lectores entusiastas.
Desde luego, es un ocho mil literario con todas las de la ley ¿Te atreves a leerlo?
Georges Perec (París, 1936 - 1982), hijo único de una familia de obreros judíos polacos emigrados a Francia, perdió a su padre en la Segunda Guerra Mundial y a su madre en Auschwitz.
Fué adoptado por sus tíos paternos y educado en una escuela católica.
Aunque su literatura está llena de juego y sentido lúdico, los recuerdos
de la guerra le marcaron profundamente.
Estudió, sin llegar a licenciarse, sociología e historia en La Sorbona. Comenzó a publicar artículos y reseñas literarias, obtuvo una plaza de bibliotecario y en 1965 ganó el premio Renaudot con su primera novela, «Las cosas». A partir de ahí inició una brillante carrera literaria, basada en propuestas vanguardistas e innovadoras. Ingresó en el grupo Oulipo («Ouvroir de littérature potentielle», en español «Taller de literatura potencial») fundado por Raymond Queneau.
Perec
utilizó abundantes juegos de palabras, lipogramas, anagramas y puzles.
Es el autor del palíndromo más largo escrito en francés, una frase
capicúa de más de 5.000 caracteres que podéis ver en este enlace. Es uno de los autores más originales, innovadores e imprevisibles.
Georges Perec
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
Antonio, decía Bolaño que esta novela era el más claro exponente de la literatura como juego. Reseñas como la tuya me animan a leerlo, porque a menudo me pregunto por qué no lo he leído hasta ahora. Un saludo.
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