Título: El capitán Mijalis
Autor: Nicos Casandsakis
Páginas: 761
Editorial: Cátedra
Precio: 27 euros
Año de edición: 2012
Esta novela de Nicos Casandsakis o Nikos Kazantzakis, que la transliteración desde otros alfabetos juega a veces estas malas pasadas, apareció en 1950 y fué polémica desde un principio. Unos la tachaban de patriótica y nacionalista, y por lo tanto, trasnochada, otros la alababan precisamente por eso, por recrear el espíritu patriótico griego del siglo anterior e incluso un tercer grupo de lectores griegos la pusieron de vuelta y media por antipatriótica, atea, amoral, belicista y comunista.
Un verdadero lío, pero el caso es que esta obra, subtitulada «Libertad o muerte» (lema que luego parece que alguien ha copiado), ha sido traducida a 29 idiomas, incluyendo el del enemigo, el turco, y si bien se puede decir que es una novela de corte decimonónico escrita en pleno siglo XX, a mi me ha gustado mucho por varios motivos.
El primero, una mezcla abigarrada de lirismo y épica, de melancolía y heroicidad que la hace muy atractiva. Narra la hitoria del levantamiento fracasado de los cretenses contra el el imperio otomano en 1889, a través de una figura heroica, el capitán Mijalis, que es en realidad Mijalis Kazantzakis, el padre del autor. Un personaje que recuerda a Aquiles y su ira incontenible; por algo le apodaban «el capitán jabalí», un tipo que había prometido no cortarse la barba hasta que Creta fuese libre. El libro arranca con una frase que marca y define el tono de toda la novela: «El capitán Mijalis rechinó los dientes como solía hacer cuando estaba dminado por la ira».
El segundo motivo es que leer esta novela supone una inmersión en el mundo de la cultura cretense, una variante de la cultura griega, con su atmósfera, su galería de personajes inolvidables, Culo de tijera, las trillizas albinas, el boticario Aristotelis, Nuribey y una larga lista de caracteres pintorescos que componen una troupe completa.
Y por último, la ambición de esta obra, que construye una epopeya heroica de 650 páginas, lenta y majestuosa, que se lee muy bien por el tono épico y la belleza de su escritura. No parece larga porque el tema pide una cierta solemnidad en la narración, que se recrea en mil detalles costumbristas y pintorescos.
Un libro estupendo, que puede leer en parte como un relato de aventuras, con una dimensión política e histórica importante, y un desarrollo que desemboca en un final trágico dominado por la idea de un destino inevitable. Una gran novela.
Esta edición de Cátedra está traducida directamente del griego y cuenta con una estupenda introducción de Pedro Bárcenas de la Peña.
Esta novela de Nicos Casandsakis o Nikos Kazantzakis, que la transliteración desde otros alfabetos juega a veces estas malas pasadas, apareció en 1950 y fué polémica desde un principio. Unos la tachaban de patriótica y nacionalista, y por lo tanto, trasnochada, otros la alababan precisamente por eso, por recrear el espíritu patriótico griego del siglo anterior e incluso un tercer grupo de lectores griegos la pusieron de vuelta y media por antipatriótica, atea, amoral, belicista y comunista.
Un verdadero lío, pero el caso es que esta obra, subtitulada «Libertad o muerte» (lema que luego parece que alguien ha copiado), ha sido traducida a 29 idiomas, incluyendo el del enemigo, el turco, y si bien se puede decir que es una novela de corte decimonónico escrita en pleno siglo XX, a mi me ha gustado mucho por varios motivos.
El primero, una mezcla abigarrada de lirismo y épica, de melancolía y heroicidad que la hace muy atractiva. Narra la hitoria del levantamiento fracasado de los cretenses contra el el imperio otomano en 1889, a través de una figura heroica, el capitán Mijalis, que es en realidad Mijalis Kazantzakis, el padre del autor. Un personaje que recuerda a Aquiles y su ira incontenible; por algo le apodaban «el capitán jabalí», un tipo que había prometido no cortarse la barba hasta que Creta fuese libre. El libro arranca con una frase que marca y define el tono de toda la novela: «El capitán Mijalis rechinó los dientes como solía hacer cuando estaba dminado por la ira».
El segundo motivo es que leer esta novela supone una inmersión en el mundo de la cultura cretense, una variante de la cultura griega, con su atmósfera, su galería de personajes inolvidables, Culo de tijera, las trillizas albinas, el boticario Aristotelis, Nuribey y una larga lista de caracteres pintorescos que componen una troupe completa.
Y por último, la ambición de esta obra, que construye una epopeya heroica de 650 páginas, lenta y majestuosa, que se lee muy bien por el tono épico y la belleza de su escritura. No parece larga porque el tema pide una cierta solemnidad en la narración, que se recrea en mil detalles costumbristas y pintorescos.
Un libro estupendo, que puede leer en parte como un relato de aventuras, con una dimensión política e histórica importante, y un desarrollo que desemboca en un final trágico dominado por la idea de un destino inevitable. Una gran novela.
Esta edición de Cátedra está traducida directamente del griego y cuenta con una estupenda introducción de Pedro Bárcenas de la Peña.
Nikos Kazantzakis (Heraclión, 1883-1957) fué un escritor griego que tocó casi todos los géneros, el más importante y conocido autor griego del siglo XX. Nació en la capital de Creta, cuando todavía estaba bajo el domio otomano, y a los 19 años se trasladó a Atenas, en donde estudió Derecho. Nada más acabar la carrera, se trasladó a París y allí estudió Filosofía.
Fué alumno de Henri Bergson, pero lo que le marcó para siempre fué descubrir a Nietzsche y su filosofía. Al volver a Grecia se dedicó a traducir obras filosóficas. Conoció a un tal Zorbas (¿a que os suena el nombre) al que contrató para explotar una mina de lignito en la que invirtió toda la herencia familiar. La aventura terminó en desastre económico, pero la vitalidad de Zorbas le ayudó a rehacerse y le permitió descubrir su vocación de escritor.
Publicó 12 novelas, 19 obras de teatro, ensayos, libros infantiles y libros de viajes. Sus obras más famosas son «La última tentación de Cristo» y «Zorba, el griego» inspirada en su propia experiencia, que se hizo famosa gracias a la película.
Fué nacionalista convencido en su juventud, luego descubrió el comunismo y asistió al ascenso de Stalin en la URSS, pero como es natural se desengañó rápidamente. Aún así fundó un partido comunista independiente y llegó a ser Ministro sin cartera. Al fin de su vida pasó ciertos apuros económicos y sobrevivió traduciendo del alemán, inglés y francés.
Fué alumno de Henri Bergson, pero lo que le marcó para siempre fué descubrir a Nietzsche y su filosofía. Al volver a Grecia se dedicó a traducir obras filosóficas. Conoció a un tal Zorbas (¿a que os suena el nombre) al que contrató para explotar una mina de lignito en la que invirtió toda la herencia familiar. La aventura terminó en desastre económico, pero la vitalidad de Zorbas le ayudó a rehacerse y le permitió descubrir su vocación de escritor.
Publicó 12 novelas, 19 obras de teatro, ensayos, libros infantiles y libros de viajes. Sus obras más famosas son «La última tentación de Cristo» y «Zorba, el griego» inspirada en su propia experiencia, que se hizo famosa gracias a la película.
Fué nacionalista convencido en su juventud, luego descubrió el comunismo y asistió al ascenso de Stalin en la URSS, pero como es natural se desengañó rápidamente. Aún así fundó un partido comunista independiente y llegó a ser Ministro sin cartera. Al fin de su vida pasó ciertos apuros económicos y sobrevivió traduciendo del alemán, inglés y francés.
NIkos Kazantzakis
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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