Título: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
Autor: Philip K. Dick
Páginas: 272
Editorial: Booket
Páginas: 272
Editorial: Booket
Precio: 8,50 euros
Año de edición: 2012
Ahora que se acaba de estrenar la película «Blade Runner 2049», dirigida por Denis Villeneuve, la segunda parte de esa película mítica llamada «Blade Runner» (Ridley Scott,1982), puede ser un buen momento para leer la novela original en cuyas ideas se basa, aunque el argumento y la historia se parezcan bien poco.
Se trata del famoso libro «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» que publicó Philip K. Dick en el año 1968, una obra rompedora como pocas que se ha convertido también en objeto de culto y merecida veneración.
Ahora que se acaba de estrenar la película «Blade Runner 2049», dirigida por Denis Villeneuve, la segunda parte de esa película mítica llamada «Blade Runner» (Ridley Scott,1982), puede ser un buen momento para leer la novela original en cuyas ideas se basa, aunque el argumento y la historia se parezcan bien poco.
Se trata del famoso libro «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» que publicó Philip K. Dick en el año 1968, una obra rompedora como pocas que se ha convertido también en objeto de culto y merecida veneración.
Se trata de una novela que se sitúa en 1992, en un futuro distópico, una tierra posnuclear, agostada y contaminada, llena de polvo radioactivo en las que todos los animales han sido extinguidos por la radiación. El tener animales domésticos robotizados se ha convertido en algo habitual y el protagonista, un expolicía que se dedica a retirar androides fuera de control, tiene que encontrar a Nexus 6, un último modelo especialmente inteligente.
Hasta aquí llega el parecido con el guión de la película, que se separa en muchos puntos de la historia original, pero mantiene los planteamientos existenciales y metafísicos de fondo sobre qué es la vida y la muerte, la consciencia y qué nos convierte en humanos, a través de varios conflictos planteados entre los androides y el personaje principal que los caza.
Pero ese tema central se expande en multitud de situaciones en las que se compara lo vivo con lo inanimado y el lector siente el escalofrío de imaginar qué se debe sentir, por ejemplo, al acariciar una tierna ovejita y que la mano tropiece con el panel eléctrico de encendido y apagado.
La novela se abre con una discusión matrimonial en la que se debate que programa emocional elegir en el órgano de ánimos Penfield que gobierna el estado de ánimo de la pareja protagonista, incluyendo amenazas de elegir un modo de enfado iracundo terrible y ofertas de un buen rato de talante meloso-romántico.
El autor juega con habilidad con el planteamiento central, el contraste con lo vivo y lo inanimado, lo natural y lo artificial, la consciencia y el instinto, en multitud de variaciones, algunas no exentas de humor, inteligentes, penetrantes y la verdad, bastante perturbadoras. Porque como ya expuso Sigmund Freud, una de las cosas más siniestras que hay es esa frontera entre lo palpitante y lo inanimado. Tan sobrecogedor puede resultar que un muñeco cobre vida y se mueva ante nuestros ojos, como que un ser vivo fallezca y se convierta delante de nosotros en algo sin la chispa de la vida.
Dick explota esa extrañeza y la convierte en el motor y leif-motiv principal de esta novela junto a los problemas metafísicos sobre la vida y la muerte, en una historia bien llevada, con diálogos y escenas envolventes que sitúan al lector en un mundo imaginario desconocido y extraño. Toda una experiencia.
La presencia frecuente de la tecnología envejecida y decadente, en un mundo agotado y pasado de vueltas, hace que este libro sea un precursor del género cyberpunk, aparecido en los años 80.
El estilo es ágil, directo y eficaz, y sirve para redondear una novela genial, un clásico de la ciencia ficción que gira alrededor de problemas filosóficos de gran calado con madurez y solvencia, sugiriendo, recordando, estimulando la imaginación del lector y su capacidad de plantearse preguntas inquietantes. Todo un clásico del género, que es una pena que haya sido eclipsado por la película, que resulta muy interesante y uno de esos libros que todos deberíamos leer en algún momento de nuestra vida.
Philip K. Dick (Chicago, 1920-1982) fué un prolífico y muy influyente escritor estadounidense de ciencia ficción. Escribió 31 novelas y 121 relatos cortos, cada uno de ellos lleno de ideas innovadoras, originales y profundas sobre cuestiones sociológicas, psicológicas y metafísicas relacionadas con el progreso y la tecnología. Una verdadera ametralladora que dispara un montón de ideas nuevas en cada texto.
Hijo de un funcionario, nació prematuro y tuvo una hermana melliza que murió con solo cinco semanas, un suceso terrible que le afectó mucho, se puede rastrear el tema del gemelo fantasma en varias de sus obras. Sus padres se divorciaron siendo él un niño y le crió su madre.
Estudió en la Universidad de Berkeley Filología Alemana, pero tuvo que abandonar la universidad al negarse a recibir el curso de Reserve Officers Training Corp, una especie de oficiales militares en la reserva al que obligatoriamente tienen que pertenecer todos los estudiantes.
Trabajó en unos años en una tienda discos y en una emisora de radio presentando un programa de música clásica. Pero en seguida se dió cuenta de que lo suyo era escribir y se dedicó a la literatura a tiempo completo. Después de once años muy duros de apuros económicos en los que casi no conseguía pagar las facturas, consiguió en 1963 el Premio Hugo con su novela «El hombre en el castillo».
A partir de entonces se convirtió en uno de los escritores de ciencia ficción más conocidos y valorados, aunque seguía publicando en editoriales minoritarias y ganando poco dinero.
Conoció la contracultura y fué una figura clave de la generación beat. Se opuso a la Guerra de Vietnam, estuvo vigilado por el FBI e incluso llegaron a ir a su casa para detenerle, pero se hizo amigo de los agentes y acabó enseñándole a conducir a uno de ellos.
Se casó cinco veces y cinco veces se divorció. Tuvo (o padeció) varios episodios de visiones, que pudieron ser brotes psicóticos, en una de las cuales vió una hernia intestinal estrangulada a uno de sus hijos siendo un bebé, lo que permitió hacerle pruebas, operarle rápidamente y salvarle la vida. En otra ocasión estuvo hablando una lengua extraña, que fué transcrita por su mujer y resultó ser un antiguo dialecto griego que nunca había estudiado. Nunca se han explicado satisfactoriamente estos hechos.
Falleció en 1982, poco antes de que se estrenara «Blade Runner». Le hubiese gustado verla. Está enterrado al lado de su hermana melliza.
Hijo de un funcionario, nació prematuro y tuvo una hermana melliza que murió con solo cinco semanas, un suceso terrible que le afectó mucho, se puede rastrear el tema del gemelo fantasma en varias de sus obras. Sus padres se divorciaron siendo él un niño y le crió su madre.
Estudió en la Universidad de Berkeley Filología Alemana, pero tuvo que abandonar la universidad al negarse a recibir el curso de Reserve Officers Training Corp, una especie de oficiales militares en la reserva al que obligatoriamente tienen que pertenecer todos los estudiantes.
Trabajó en unos años en una tienda discos y en una emisora de radio presentando un programa de música clásica. Pero en seguida se dió cuenta de que lo suyo era escribir y se dedicó a la literatura a tiempo completo. Después de once años muy duros de apuros económicos en los que casi no conseguía pagar las facturas, consiguió en 1963 el Premio Hugo con su novela «El hombre en el castillo».
A partir de entonces se convirtió en uno de los escritores de ciencia ficción más conocidos y valorados, aunque seguía publicando en editoriales minoritarias y ganando poco dinero.
Conoció la contracultura y fué una figura clave de la generación beat. Se opuso a la Guerra de Vietnam, estuvo vigilado por el FBI e incluso llegaron a ir a su casa para detenerle, pero se hizo amigo de los agentes y acabó enseñándole a conducir a uno de ellos.
Se casó cinco veces y cinco veces se divorció. Tuvo (o padeció) varios episodios de visiones, que pudieron ser brotes psicóticos, en una de las cuales vió una hernia intestinal estrangulada a uno de sus hijos siendo un bebé, lo que permitió hacerle pruebas, operarle rápidamente y salvarle la vida. En otra ocasión estuvo hablando una lengua extraña, que fué transcrita por su mujer y resultó ser un antiguo dialecto griego que nunca había estudiado. Nunca se han explicado satisfactoriamente estos hechos.
Falleció en 1982, poco antes de que se estrenara «Blade Runner». Le hubiese gustado verla. Está enterrado al lado de su hermana melliza.
Philip K. Dick
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
Muy buena reseña, Antonio. ¿No te convenció del todo mi reseña? :P : http://laantiguabiblos.blogspot.com.es/2012/07/suenan-los-androides-con-ovejas.html
ResponderEliminarLa tuya está genial, eso sí =)
La tuya es muy buena, Jesús. Siento haber repetido libro, pero estuve buscando en el blog y no la encontré (o falló el buscador o no supe buscar bien).
ResponderEliminarTe ruego que me disculpes.
Salud y libros.
En absoluto, Antonio. Son dos opiniones de un mismo libro. Creo que tienen toda la cabida posible en La Antigua =) No deja de enriquecer el blog.
ResponderEliminarSalud y libros.
Jesús.