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jueves, 12 de enero de 2017

Ferragus, jefe de los Devorantes - Honoré de Balzac


Título: Ferragus, jefe de los Devorantes
Autor: Honoré de Balzac
 
Páginas: 226
 
Editorial: Minúscula 

Precio: 15,50 euros
 
Año de edición: 2002

Esta novela, publicada en 1833, es una de esas raras joyas que pueden encontrarse en la inmensa producción de Balzac. Un libro curiosísimo y extraño, basado en una trama llena de misterios y enigmas, con más trampas que una película de chinos, que arrancan con un hecho muy simple: un joven, enamorado sin esperanza de una dama casada, ve a su amada salir de una casa situada en un barrio de París muy poco recomendable.

Corroído a medias por los celos, las ansias de protección y la curiosidad, se propone averigüar que está pasando allí y se embarca en una cadena de peripecias sorprendentes, en la que no faltan una sociedad secreta, los llamados Devorantes, un personaje maligno y poderoso, Ferragús, citas misteriosas, atentados, bailes de sociedad, dialogos ingeniosos, intrigas, duelos y mil aventuras que en manos de otro escritor formarían un pastiche infumable, pero que la hábil mano de Balzac transforma en un folletín de lo más entretenido, en el que la información se dosifica poco a poco y al final se explican todos los misterios.

Uno de los principales atractivos de este libro es que en él aparece la capital francesa del siglo XIX como un personaje más, con su carácter y rasgos pincipales, su forma de ser y sus costumbres, sus barrios, calles y plazas, su arquitectura y sus clases sociales, sus vicios y sus encantos. Este pequeño libro es en cierta manera un billete de ida y vuelta a ese París que ya no existe y que Balzac conocía muy bien.

Otro de los alicientes de este texto es el peculiar estilo del genial francés (que bien puede definirse como un sistema de transformación de ingentes cantidades de café en novelas apasionantes), una manera de escribir muy peculiar, arrolladora, formalmente poderosa, llena de ironía y sobreentedidos, con un sentido del humor muy especial, burlona, que da la sensación de estar de vuelta de todo, saber demasiado y no creer en nada, y que se engolfa en deliciosas digresiones descriptivas de la sociedad parisina y de los más variados tipos humanos. 

Este hombre era capaz de definir en una sola expresión un carácter o una apariencia física («se parecía a la vez a Voltaire y a don Quijote»). Por otro lado critica ferozmente a varios estamentos, como los funcionarios burócratas, las modistillas o la aristocracia indolente.

Choca un poco la misoginia inmisericorde que exhibe («En Francia,las mujeres mienten admirablemente», «...la mentira se convierte en la base de su lengua...», «El estado civil da derecho a mirar mal, a pegar...» ) pero esa actitud debía de ser moneda corriente en la época.

En cualquier caso, un libro genial, que se lee con una sonrisa continua en los labios y una carcajada de vez en cuando, que describe y caricaturiza la ciudad de la luz y sus gentes, que se desarrolla como una novela de intriga y se remata con un final de corte muy romántico. Un libro genial.

Honoré de Balzac (Tours, 1799-1850), fue un novelista francés, figura destacada del realismo y de la novela clásica decimonónica. Empezó a estudiar Derecho, lo dejó, fué periodista, tipógrafo y editor, hasta que se dió cuenta de que tenía vocación de genio de la literatura. Trabajador infatigable, se pasaba el día bebiendo café, escribiendo, mudándose de casa para escapar de sus acreedores y atendiendo a sus innumerables amantes. 

Escribió una obra monumental, la «Comedia humana», todo un ciclo narrativo que iba a tener 137 novelas, que se quedaron en 87 y 7 novelas de propina no previstas. Su objetivo era describir exhaustivamente la sociedad francesa de su tiempo para, según su famosa frase, «hacerle la competencia al registro civil». 
    
Inició varios negocios y se arruinó también varias veces. Todo en su vida fué disparatado y excesivo. Era un monstruo trabajando, un genio arrollador que vivió la vida a toda velocidad. Parece mentira que le diese tiempo a hacer tantas cosas en solo 51 años. Dentro de su producción, algo irregular, se encuentran verdaderas joyas, obras inimitables, tanto en forma de novelas como de relatos cortos. Balzac es un río enorme en el que se pueden pescar verdaderos tesoros.

Honoré de Balzac, bronce de Rodin

Publicado por Antonio F. Rodríguez. 

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