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domingo, 24 de julio de 2016

El bibliotecario de Tombuctú

 
Biblioteca de Tombuctú

Se dice que la realidad supera a la ficción. No sé si siempre es así, supongo que no, pero hoy os traigo una historia real, en lugar de una reseña de una obra de ficción, y ya veréis como es una historia espléndida, que podríamos titular «El bibliotecario de Tombuctú». 

Tombuctú, la ciudad de los 333 santos, situada en Mali y a solo 7 km al norte del río Níger, es la primera población que las caravanas encuentran después de haber atravesado el desierto del Sáhara de norte a sur. Llegar a Tombuctú es haber salvado la vida, llegar a puerto seguro después de haber atravesado un océano de dunas y un infierno abrasador. 

Es un nudo de comunicaciones y punto de paso obligado de las rutas transaharianas que comunican el África Occidental con las tribus bereberes y árabes del Magreb. Fundada en el año 1100 por los tuareg, conoció su máximo esplendor a partir del siglo XV, cuando se convirtió en una pequeña metrópoli multiétnica de 10 000 habitantes, tres mezquitas imponentes, la Universidad de Sankore fundada en 1581 y una considerable actividad comercial y cultural. Fué el centro de expansión del Islam más importante en África y una próspera ciudad en la que reinaba la libertad y el intercambio de ideas.

Por aquel entonces, en 1481, Alí Ben Ziyad, un miembro de rica familia hispanogoda convertida al Islam y vecina de Toledo, decidió dejar la península y huir del imparable avance de los caballeros cristianos. Cruzó el estrecho, atravesó el desierto y llegó a la mítica Tombuctú cargado con su más preciado tesoro: su bien nutrida biblioteca, porque Alí Ben Ziyad era un estudioso y  un erudito.

Allí se instaló y fué engrosando sus fondos adquiriendo todo documento y texto religioso que se ponía a su alcance. Su hijo, Mahmud Kati se casó con una sobrina del emperador de la dinastía Songhai, que reinaba en aquella región, y dedicó gran parte de su vida al estudio. Escribió tratados de Medicina, Derecho y Astronomía. Continuó con la labor de conservación y mejora de la biblioteca de su padre y llegó a reunir 400 000 volúmenes.

La biblioteca fué pasando de padres a hijos y se mantuvo unida hasta que en 1591 las tropas marroquíes bajo el mando de Yuder Pachá, un morisco nacido como Diego de Guevara en Almería, conquistaron la ciudad, derrocaron a la dinastía gobernante y dominaron Tombuctú durante 200 años. Los descendientes de Kati se repartieron los libros de la biblioteca, se dispersaron y trataron de ponerlos a buen recaudo.

La biblioteca permaneció repartida y escondida, olvidada en buena parte bajo las arenas del desierto durante 400 años hasta que el historiador Ismael Diadié Haïdara y su hijo Abdel Kader Haidara, descendientes de la familia de bibliotecarios, lograron una buena parte de la antigua biblioteca, el llamado fondo Kati, formado por unos 14 000 volúmenes, y pidieron ayuda para construir un nuevo edificio. La Junta de Andalucía se volcó en el proyecto, donó 180 000 euros y así nació en el 2003 la espléndida sede de 800 metros cuadrados que podéis ver en la imagen de más arríba y la Biblioteca Andalusí de Tombuctú, que no ha dejado de crecer desde entonces.
     

Parecía que buena parte de ese legado histórico, clave para entender la evolución de la España musulmana y la historia de Mali, estaba a salvo y se había llegado a un final feliz, pero faltaba un último capítulo especialmente dramático.

A partir del año 2012 la situación política se volvió muy inestable y el riesgo de que un grupo de yihadistas destruyese la biblioteca empezó a ser demasidao alto. Abdel Kadel se dedico a repartir los libros entre las familias y vecinos amantes de la cultura de su país. Pero eso no fué suficiente. El 25 de enero de 2013, quince yihadistas entraron en la biblioteca cogieron más de 4000 manuscritos, muchos del los siglos XIV y XV, los sacaron al patio, los rociaron con gasolina y les prendieron fuego. 
                 
https://memory.loc.gov/intldl/malihtml/about.html
Uno de los manuscritos de la biblioteca de Tombuctú

Convencido de que los documentos no estaban seguros en la ciudad, Abdel Kaled organizó, con su sobrino Mohamed Touré y una red de voluntarios, toda una operació logística para trasladar todos los fondos a la capital Bamako, a más de mil kilómetros de distancia. Compró 2500 baúles de metal y también de madera, consiguió camiones y se gastó los 12 000 dólares que tenía de una beca para ir a Oxford a estudiar inglés.

Luego inició una campaña para recaudar fondos, consiguió donaciones del Centro Juma Al Majid de Dubai, la Fundación del Príncipe Claus de Holanda, la Lotería Nacional Holandesa e incluso realizó una campaña de micromecenazgo (crowdfunding) hasta conseguir finalmente un total de casi un millón de dólares.

Con ese dinero consiguió organizar más de 30 extenuantes viajes, burlando controles militares, esquivando unidades del ejército, en camión, barcaza por el río Níger y a veces hasta en taxi. Lo más curioso es que en esta singular odisea no se perdió ni un solo manuscrito y Abdel Kadel Haidara, el heroico bibliotecario de Tombuctú ha conseguido salvar los más de 350 000 documentos que componen el fondo Kati. Actualmente, se están escaneando en Bamako, con lo que quedará definitivamente preservados. Podéis la historia completa en National Geographic.
                
Abdel Kadel Haidara, el heroico bibliotecario de Tombuctú

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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