Título: Cuartetas persas
Autor: Umar Jayyam
Páginas: 142
Editorial: Plataforma
Autor: Umar Jayyam
Páginas: 142
Editorial: Plataforma
Precio: 12 euros
Año de edición: 2016
Pues no había leído las famosísimas Rubaiyat (cuartetas) de Omar Jayam (o Umar Jayyam dependiendo de cómo se transliteren los caracteres árabes al español) y tengo que decir que me han parecido muy sugerentes, extrañas, misteriosas... en fin, que creo que tienen una fama bien merecida.
Se hicieron conocidas en Europa en 1859, cuando Edward Fitzgerald (1809-1883), un poeta formado en Cambridge, publicó una traducción directa del persa bastante libre, tanto que las tres ediciones que produjo difieren bastante entre sí.
Se hicieron conocidas en Europa en 1859, cuando Edward Fitzgerald (1809-1883), un poeta formado en Cambridge, publicó una traducción directa del persa bastante libre, tanto que las tres ediciones que produjo difieren bastante entre sí.
Edward Fitzgerald
A pesar de eso, el libro tuvo un éxito espectacular, y mira que es difícil que una obra de poesía se convierta en superventas. Se han hecho más de 650 ediciones, ilustradas por más de 150 artistas, en más de 70 idiomas. ¿Los motivos? Creo que tienen una gran calidad poética, desde luego, además es de fácil lectura y resulta muy sugerente. Menciona temas filosóficos con un cierto aroma oriental, tiene el atractivo de lo exótico y misterioso, de lo diferente que viene desde muy lejos, en todos los sentidos. Y la suficiente ambigüedad como para dar lugar a mil interpretaciones.
Hay tres principales, puede que compatibles, que han hecho correr ríos de tinta: un compendio hedonista de quien no cree en nada más que en la sabiduría de disfrutar el momento, carpe diem; un libro místico lleno de alusiones y metáforas, cada vez que menciona el vino o habla de la copa está hablando de algo mucho más espiritual, en la mejor tradición sufí, y por último, los versos de un nihilista que no cree absolutamente de nada, está de vuelta de todo y es profundamente fatalista (como todo está escrito, no te esfuerces que te va a dar igual).
Ilustración de Edmund J. Sullivan para la primera edición
En cualquier caso, es una lectura muy agradable y, como os decía, inspiradora. Surte más efecto si se lee a ratos y se deja volar la imaginación. Muy recomendable, en cualquier caso.
Esta edición es particularmente atractiva. Reproduce el prólogo original de Edward Fitzgerald, que contribuye a rodear el texto de una aureola romántica, contiene 464 cuartetas y un apéndice con otras 59 más atribuidas al persa Baba Tahir Uryán, un precursor, lo que muestra que había todo un tejido de ideas y autores relacinados y no se trata de un fenómeno aislado.
Omar Jayam (Nisapur, 1048-1131), cuyo nombre significa literalmente fabricante de tiendas, el oficio familiar, fué un sabio y poeta persa, autor de significativas contribuciones a las Matemáticas y a la Astronomía. Dirigió un observatorio astronómico en Ispahán, Estudió el calendario persa, de 365 días justos, y calculó la duración exacta del año solar con una exactitud pasmosa, mayor que la que da el actual calendario gregoriano. Estableció el calendario yalalí, que se usa aún hoy en día en Irán y Afganistán.
Escribió un famoso tratado de Álgebra, contribuyó a la resolución de ecuaciones de segundo y tercer grado con métodos geométricos, se interesó por los números racionales y formuló hipótesis que han tardado muchos años en demostrarse. A él le debemos que la incógnita de una ecuación se llame x. Él la llamaba shay (cosa o algo en árabe), de ahí pasó al castellano como xay y finalmente se quedó en la letra inicial x.
Nizam al-Mulk (1018-1092) dejó escrito que coincidió en su juventud como alumno del imán Mowaffak de Nisapur con otros dos jóvenes de su edad, Hassan Al-Sabbah y Omar Jayam. Los tres se hicieron muy amigos y un día, sabiendo que estaban formándose en uno de los centros de élite, algunos de cuyos alumnos alcanzaban el poder, se pusieron de acuerdo en que si uno de los tres triunfaba y se hacía poderoso, no olvidaría a los otros dos amigos.
Al cabo de algunos años, Nizam al-Mulk llegó a ser visir del sultán Alp Arslan y sus dos antiguos compañeros fueron a verle para recordarle su promesa. Nizam mantuvo su palabra y fué generoso, con desigual resultado. Propuso a Hassan ante el sultán para un buen puesto, le fué concedido y su amigo se situó en la corte. Pero su ambición era demasiado grande, encontró que su carrera progresaba muy lentamente, conspiró, intrigó y trató de suplantar a su benefactor. Finalmente fué descubierto y expulsado de la corte. Con el paso del tiempo se convirtió en el Viejo de la Montaña, el lider de la terrible secta de los asesinos que moraba en la fortaleza de Alamut, al norte de Irán, y ordenó el asesinato de su antiguo compañero Nizam.
Omar Jayam, en cambio, no era tan ambicioso. En lugar de pedir un cargo, solicitó una modesta pensión para poder dedicarse al estudio y la meditación. Se convirtió en una especie de sabio de la corte, se hizo famoso y repetable como gran matemático y astrónomo, y también encontró tiempo para escribir poesía. Ésta es la curiosa historia de los tres amigos.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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