Título: La verdad sobre el caso Harry Quebert
Páginas: 672
Editorial: Alfaguara
Precio: 22 euros
Año: 2013
Lo primero que cautiva de esta obra es
la pintura de la cubierta, un paisaje urbano de Edward Hopper («Retrato de
Orleans», 1950) que invita a introducirse en la vida de esa ciudad
norteamericana y participar como un personaje más en el entramado de la novela.
Abres el libro y la lectura de las primeras páginas te sumerge tan
profundamente en la cadena de acontecimientos que te sientes sometido a los
vaivenes de la acción y atrapado por el vértigo de los sucesos. El ritmo se
remansa en la parte central de la narración, para volver a coger carrerilla
conforme se aproxima el desenlace, acabando con un sprint interminable que te acerca a la meta jadeante y sin
aliento.
Parte del argumento consiste en contar
el proceso de creación de la propia novela. Al comienzo de cada capítulo el
personaje del maestro transmite a su pupilo la hoja de ruta para convertirse en
un gran escritor. Esos consejos tienen la virtud de no aparecer como cápsulas
aisladas, sino que están tan imbricados en los acontecimientos que acaban
formando parte de la trama narrativa.
El autor en la ficción explica no solo
cómo y por qué ha escrito lo que tienes entre manos, sino que además en un
alarde de protagonismo se convierte en el agente de innumerables indagaciones, si
bien impelido por la necesidad de averiguar toda la verdad acerca de la
desaparición de una joven, ya que numerosas pruebas incriminan a su profesor y
mentor literario.
Los hechos son relatados simultáneamente
en tres momentos temporales, uno cuando ocurre la desaparición, otro quince
años más tarde al aparecer datos que abocan a reabrir una nueva investigación
policial y el tercero en el rabioso presente, durante la propia redacción de la
novela encaminada a dar testimonio de lo ocurrido.
Aurora es un lugar ficticio de la
costa este, donde se respira la tranquilidad de un pueblo pequeño. Siguiendo el
paradigma del american way of life,
la vida transcurre a cámara lenta en sus calles. Sin embargo, en el interior de
cada casa y de cada alma se suceden comportamientos anómalos y agitadas
pasiones que van asomando al exterior al compás del avance de las pesquisas, y que
inducen a pensar algo desconcertante: que cada vecino tiene razones para
ocultar cosas que sabe.
Es una novela repleta de amores complejos.
Los personajes conforman una miscelánea de amores imposibles y amores eternos,
amores sordos y amores ciegos, amores platónicos y amores diabólicos. Semejante
compendio de emociones apunta a desembocar, o bien en una suerte de combustión interna
contenida al filo de la explosión incontrolable, o bien en una pira de fuegos
artificiales.
El autor, emulando a un hipnotizador, enjaula
a sus seguidores en una espiral de peripecias, que obliga continuamente a
reelaborar las conclusiones previas inferidas por el lector. Y lo hace a base de
introducir, hábilmente, nuevos datos que van desmoronando la composición de
lugar que este se había hecho con anterioridad.
La verdad, al principio desvaída, va
haciéndose más nítida según se va profundizando, mediante sucesivas iteraciones,
en el relato de los hechos, de forma que cada vez se descubre una nueva
aportación que ilumina la investigación. En este libro el conocimiento de lo
sucedido aflora de manera semejante a las instantáneas obtenidas por las
cámaras Polaroid, donde la fotografía se va revelando ante nuestros ojos como
por arte de magia, obteniéndose paulatinamente la imagen definitiva que hace
patente la realidad pura y dura.
Muy recomendable para
aquellos que disfrutan aplicando el método deductivo a los casos planteados por
esos escritores que juegan, a veces empleando falsas premisas, a inducir en el
lector conclusiones verosímiles. Las cuales, casi siempre, son superadas por un
final que trasciende todas las hipótesis aventuradas por el voluntarioso e infatigable
aprendiz de detective en que se ha convertido quien se deja llevar por el
encanto de una novela de suspense.
Joël Dicker
Joël Dicker (1985) es un joven escritor suizo nacido en Ginebra que escribe en
lengua francesa. Había publicado antes una novela denominada «Los últimos días
de nuestros padres». Pero ha sido su segunda obra «La vérité
sur l’affaire Harry Quebert» terminada en 2012, la que le ha consagrado como
gran autor, viendo publicadas sus nada despreciables 670 páginas en más de 45
países y traducida a 30 idiomas diferentes.
Joël DIcker
Publicado por Adolfo Pérez.
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