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domingo, 15 de febrero de 2015

José Ángel Valente

 

José Ángel Valente (Orense, 1929-2000) fue un poeta, traductor y ensayista español. Estudió Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela y se licenció en Filología Románica por la Universidad Complutense de Madrid. Perteneció al departamento de Filología hispánica de la Universidad de Oxford. Vivió en GinebraAlmería y París. Su cuento «El uniforme del general», incluido en el volumen «El número trece», le supuso problemas con la dictadura franquista, fue sometido a Consejo de Guerra en 1972 acusado de alusiones ofensivas al ejército. sin embargó le afectó mucho más la muerte de su único hijo.
     
Adscrito en un primer momento al llamado Grupo poético de los 50 o Generacíón del medio siglo, desde 1966 su poesía evoluciona hacia una metapoesía que ha hecho que se suela adscribir su lírica a la llamada Poesía del silencio, muy influida por la mística incrética, que se inspira en la cábala judaica, el sufismo iraní, el misticismo cristiano (fundamentalmente a través de figuras como San Juan de la Cruz), el taoísmo y el budismo zen. Su aproximación a la mística, sin embargo, se aleja de cualquier dogma religioso y no postula necesariamente la creencia en una divinidad personal. a entrada en el misterio se produjo en gran parte bajo el magisterio de la filósofa malagueña María Zambrano
   
La escritura de José Ángel Valente es una de las más ambiciosas y profundas de la literatura española contemporánea. Se muestra heredero de la tradición mística española, de ahí su obsesión con el problema de la inefabilidad, del vacío y de la nada. El lenguaje y la materia son otras de sus obsesiones, no muy alejadas de su sensibilidad cercana a la mística: la materia como constante engendradora de formas y el lenguaje, al que Valente quisiera liberar de su uso puramente instrumental, son dos vías de acceso al misterio de la existencia.
   
Aquí os dejo alguna de sus poesías:

   
Luego del despertar...
   
Luego del despertar
y mientras aún estabas
en las lindes del día
yo escribía palabras
sobre todo tu cuerpo.
Luego vino la noche y las borró.
Tú me reconociste sin embargo.
Entonces dije
con el aliento sólo de mi voz
idénticas palabras
sobre tu mismo cuerpo
y nunca nadie pudo más tocarlas
sin quemarse en el halo de fuego.


   
Sólo el amor
   
Cuando el amor es gesto del amor y queda
vacío un signo sólo.
Cuando está el leño en el hogar,
mas no la llama viva.
Cuando es el rito más que el hombre.
Cuando acaso empezamos
a repetir palabras que no pueden
conjurar lo perdido.
Cuando tú y yo estamos frente a frente
y una extensión desierta nos separa.
Cuando la noche cae.
Cuando nos damos
desesperadamente a la esperanza
de que sólo el amor
abra tus labios a la luz del día.


   
Latitud
   
No quiero más que estar sobre tu cuerpo
como lagarto al sol los días de tristeza.

Se disuelve en el aire el llanto roto,
al pie de las estatuas
recupera la hiedra
y tu mano me busca
por la piel de tu vientre
donde duermo extendido.
El pensamiento melancólico
se tiende, cuerpo, a tus orillas,
bajo el temblor del párpado, el delgado
fluir de las arterias,
la duración nocturna del latido,
la luminosa latitud del vientre,
a tu costado, cuerpo, a tus orillas,
como animal que vuelve a sus orígenes.


   
Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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