Título: Rusia gótica
Autores: Varios autores
Páginas: 189
Editorial: Nevsky prospects
Precio: 5 euros
Año de edición: 2009
El otro día me encontré con este atractivo librito, el tema me gusta y la opción de descubrir varios autores que no conocía me sedujo. Es una antología que reúne seis relatos góticos de otros tantos autores rusos que vivieron entre el siglo XVIII y el XIX y proporciona una interesante y poco habitual visión de la literatura de ese país, la de la literatura gótica.
¿Y qué es la literatura gótica? Pues un género que tiene mucho en común con la literatura romántica y la de terror: ambientación romántica (paisajes sombríos, bosques tenerbrosos, castillos misterioros, con criptas, pasadizos y calabozos), hechos sobrenaturales (fantasmas, aparecidos, brujas, hombres-lobo...), grandes peligros y cierta tensión erótica implícita.
En estos cuentos se nota la influencia europea. Los escritores rusos hijos de terratenientes, que aprendieron idiomas y viajaron a Europa entraron en contacto con los nuevos géneros y los llevaron a Rusia. La selección es buena, especialmente en los primeros cuatro cuentos, realmente excepcionales: la historia de un anillo mágico, un hombre-lobo poco convencional, una trama con aparecidos y un cuento de brujas. Son todos son originales, diferentes y me han hecho pasar un buen rato. Cada cuento está precedido por una breve reseña biográfica del autor.
Finalmente, el volumen se completa con un atinado prólogo de Espido Freire y dos relatos curiosos y únicos: el último cuento de Lérmontov, que llevó para leer en una tertulai literaria y, curiosamente, estaba incompleto y acababa abruptamente (es una pena que no pudiese acabarlo) y el primer cuento gótico publicado en Rusia, «La isla de Bornholm».
Cada vez me gustan más estos popurrís de autores. Un volumen lleno de cosas interesantes, con muchas cualidades, que sirve para conocer un aspecto bastante desconcocido de la cultura y literatura rusas, y a la vez disfrutar de unos cuentos que realmente valen la pena..
De izquierda a derecha y de arrriba a abajo: Yevgeny Baratynski, Orest Sómov,
Mijail Zagoskin, Antoni Pogorelski, Mijail Lérmontov y Nikolái Karamzín
Yevgeny Baratynski (Tambov,1800-1844), gran amigo de Pushkin, está considerado com algunos, como Brodsky, el mejor poeta ruso. Fué expulsado del colegio a los 15 años por robar una tabaquera y cinco rublos, lo que supuso tres años en el campo, una marca de por vida y un profunda melancolía. Murió en Nápoles buscando cambiar de aires.
Orest Sómov (1793-1833), escritor ucraniano que escribió siempre en ruso, se instaló en San Petersburgo y disfrutó de su merecida fama. Gran autor romántico con un punto de ironía capaz de reírse de las convenciones del género.
Mijail Zagoskin (Mokshansky, 1789-1852) fué un famoso dramaturgo, autor además de la primera novela histórica rusa («Yuri Miroslávsky») en 1829. Investigó a fondo a cultura popular y las historias que se contaban entre los campesinos.
Antoni Pogorelski (Moscú, 1787-1837) era hijo natural del príncipe Razumovsky, que nunca le reconoció, así que no es de extrañar su afición al tema gótico de los hijos secretos, los dobles y los golpes de fortuna. Durante la guerra luchó en Alemania, conoció los cuentos de E. T. A. Hoffmann, se dejó influir por ellos y fué portador del gérmen por toda la iteratura rusa.
Mijail Lérmontov (Moscú, 1814-1841) fué un gran poeta y novelista, una de las grandes figuras del romanticismo ruso. Descendiente de una familia escocesa establecida en Rusia, aprendió francés, inglés y alemán de pequeño, lo que le permitió leer a los grandes poetas románticos en su idioma original. Fué oficial de los húsares y estuvo desterrado dos veces por sus apasionadas opiniones y por un duelo imprudente. Murió en otro duelo imprudente.
Nikolái Karamzín (Známenskoye, 1766-1826), hijo de unoficial descendiente de un príncipe tártaro, fué un historiador, traductor, periodista y escritor notable. Inició la carrera de las armas, pero sólo duró un año en el intentó. Fué amigo personal del zar Alejandro I e introdujo el prerromanticismo con sus «Cartas de un viajero ruso», inspiradas en las obras de Lawrence Sterne. Como buen romántico, murió de tuberculosis.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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