Título: Cuentos de los mares del sur
Autor: R. L. Stevenson
Páginas: 180
Editorial: Espasa-Calpe
Precio: 5,50 euros
Año de edición: 1999
Año de edición: 1999
Pues ahora que estamos todos, o al menos la mayoría, de vacaciones de Semana Santa, me viene a la memoria el recuerdo de las tardes que pasé en el pueblo leyendo. Cuando los mayores dormían la siesta y no se podía salir a jugar so pena de coger una insolación, yo me encerraba en la biblioteca de mi abuelo y devoraba libros de aventuras. Y mi autor favorito era Stevenson, el inefable autor de «La isla del tesoro». Leerlo era una auténtica fiesta.
Entre los libros de este famoso autor, hoy quiero hablar de uno que no es de los más conocidos, pero para mí tiene un encanto especial. Lo leí por primera vez un verano de hace ya unos cuantos años. Se titula «Cuentos de los mares del sur» (ése era el antiguo nombre del Océano Pacífico, en uso hasta el siglo XIX) y se compone de tres estupendas historias escritas por este escocés durante sus últimos años de vida, cuando ya vivía permanente en Samoa.
Son tres textos magníficos, con todos los ingredientes «estevensonianos»: un punto de misterio, unas gotas de terror, peripecias sin fin, una manera de narrar bastante escueta, sin demasiados adornos y mágica, que nos transmite la sensaciòn de que lo que nos está contando ha ocurrido realmente... pero no en este mundo, sino en otro ligeramente alterado, inquietante, un poco más maligno y peligroso que el que conocemos.
Tres relatos de aventuras sin par, ambientados en parajes isleños y repletos de rasgos exóticos, con el genio y la voz peculiar del genial, del inimitable Robert Louis. Un buen libro para vacaciones.
Robert Louis Stevenson (Edimburgo,
1850-1894) novelista, poeta y ensayista escocés, es uno de los mejores
autores de aventuras que se conocen. Nació en una familia en la que
había siete ingenieros constructores de faros. Poseía una constitución
enfermiza y proclive a enfermar de los pulmones, lo que le llevó a recorrer
las islas del Pacífico.
Su frágil salud no le dejó estudiar de manera continuada; tuvo bronquitis, catarros y finalmente una
tuberculosis que le acompañaría toda la vida y que le mataría. Consiguió
acabar Derecho, empezó a escribir y se casó con una americana muy bien situada. Viajó al lejano Oeste y conoció a Mark Twain, pero la tuberculosis le obligó a viajar por varios archipiélagos de la Polinesia, hasta que se instaló en Samoa.
Los aborígenes le llamaban Tusitala, «el que cuenta historias». Era aficionado al alcohol, lo que mermaba más su delicada salud. Un año antes de morir llegó a escribir: «Durante catorce años no he conocido un solo día
efectivo de salud. He
escrito con hemorragias, he escrito enfermo, entre estertores de tos, he
escrito con la cabeza dando tumbos». Está enterrado en el monte Vaea, en su querida Samoa, en una sencilla tumba donde se puede leer el epitafio que él mismo escribió:
caven mi fosa y déjenme yacer.
Alegre he vivido y alegre muero,
pero al caer quiero hacerles un ruego.
Que pongan sobre mi tumba este verso:
Aquí yace donde quiso yacer;
de vuelta del mar está el marinero,
de vuelta del monte está el cazador.
Vivió sólo 44 años, pero nos dejó una maravillosa colección de novelas y relatos de aventuras y de terror. No conozco a otro autor que dominase con tanta maestría dos géneros que parecen opuestos: los relatos de aventuras y de terror. Curiosamente, era tío abuelo de Graham Greene.
Robert Louis Stevenson
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
Yo he leído unos tres cuentos de autor. Fue un gran escritor. Aún me quedan muchas obras suyas por leer.
ResponderEliminarSí, Stevenson es un valor seguro. Todo lo que escribió tiene una magia especial.
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