Título: La conjura de los necios
Autor: John Kennedy Toole
Páginas: 392
Editorial: Anagrama
Precio: 10,90 euros
Año de Edición: 1992
Ignatius J. Reilly es el
protagonista de esta gran novela. Un individuo de 30 años sin ningún trabajo ni ganas de
tenerlo, neurótico, aprensivo, inmaduro, hipocondríaco y maniático, que vive con
su madre viuda, ya mayor, a la que tiraniza con su comportamiento proclive a
crear conflictos por donde pasa y a irse de rositas de todos ellos. Un sujeto
generador de entropía ocupado en escribir una extensa denuncia contra la
sociedad de nuestro siglo en cuadernos escolares Gran Jefe y que padece un curioso trastorno
digestivo: su válvula pilórica se cierra de forma periódica y violenta como
respuesta a la falta de una geometría y teología adecuadas en el mundo moderno.
Siervo fiel de la diosa Fortuna, su existencia se ve alterada cuando por un giro de la rueda de
la fortuna, en forma de una necesidad económica de su madre, se ve empujado al
mundo laboral. Prueba varios trabajos menores con resultados lamentables, mientras el autor nos va
presentando una galería de personajes esperpénticos, tan estereotipados como creíbles,
presentes en la sociedad multicultural (española, francesa y criolla) de NuevaOrleans. Hay varias líneas de accón aparentemente inconexas, con magníficos personajes secundarios
que confluyen al avanzar la obra en la historia central de Ignatius: un tipo
que es la antítesis del protagonista que puede despertar simpatia o cercania en el lector
y menos aún, sentirse identificado con él. Pero sin duda, un tipo genial.
John Kennedy Toole
John Kennedy Toole nació en Nueva Orleans en 1937, hijo tardío y único
de un matrimonio mayor. Su madre era una mujer de fuerte carácter, sobreprotectora
que anulaba la personalidad de su
hijo. Estudió literatura inglesa y ejerció como docente. Trabajó en un taller
de ropa masculina y ayudó a un amigo músico en un puesto callejero. Esas dos
experiencias le ayudaron en la realización de capítulos y sirvieron de génesis de personajes
secundarios de su novela. Escribió dos libros: una obra de juventud, «La Biblia de Neón», y éste que
ahora comento; probó suerte con varios editores que rechazaron su obra. Los
intentos fracasados de verla publicada le sumieron en una profunda depresión
agravada por su adicción al alcohol, siempre se ha pensado que esa frustración
le empujó al suicidio a los 32 años inhalando los gases del tubo de escape de
su automóvil.
Su madre siguió insistiendo con gran esfuerzo en la publicación del
manuscrito y perseveró hasta conseguir que Walker Percy, prestigioso filósofo y
escritor, accediera a leer lo que parecía una de tantas obras de un autor
desconocido y en este caso muerto, magnificada por la pasión de su madre. La
leyó de corrido y, gratamente sorprendido, consiguió su publicación en la
Universidad de Luisiana en 1980 y que un año después ganase el premio Pulitzer de
forma póstuma. Así se convirtió en una obra de culto de la narrativa estadounidense.
Se ha intentado llevar la novela al cine en varias ocasiones, pero el
gran libro del autor maldito se convirtió a su vez en una
novela maldita. Cualquier proyecto de rodar una película basada en ella ha
tenido un desenlace turbulento. El primer actor encargado de dar vida a
Ignatius Reilly, John Belushi, murió de sobredosis la víspera de la reunión con
la productora. Otros actores en los que se pensó, John Candy y Chris Farley,
también fallecieron. Scott Kramer y Steven Soderbergh escribieron un guión cuidadosamente
fiel a la obra original y se pensó lógicamente en rodarla en Nueva Orleans pero la
llegada del huracán Katrina malogró nuevamente el intento y desde entonces el
proyecto sigue parado.
Pero hubo otro proyecto que sí salió adelante: en Nueva Orleans, la ciudad
donde se desarrolla la novela, hay una estatua erigida en honor a Ignatius Reilly.
Estatua de Ignatius Reilly en Nueva Orleans
Una obra fundamental, de las pocas que he releído más de una vez y que
no defraudará a nadie. Imprescindible.
Publicado por John Smith.
Hoy traes uno de mis libros favoritos y uno de los protagonistas, Ignatius, que siempre recuerdo cuando se habla de protagonistas que no generan indiferencias al lector.
ResponderEliminarDe hecho me parece un claro ejemplo de que no necesitamos que un personaje nos caiga bien para que un libro nos parezca una gran lectura.
Besos
Gracias por el comentario, es muy oportuno.
ResponderEliminarPor otro lado, es gracioso que parece que en este caso se cumple la frase de Jonathan Swift que está detrás del título ("Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él."), porque da la impresión de que todos se aliaron (editores torpes, lectores miopes...) para que este libro no triunfase, incluso que el maldito azar ha hecho todo lo posible para que no se haga la película.
Salud y libros.