Título: De acuerdo, Jeeves
Autor: P. G. Wodehouse
Páginas: 234
Editorial: Anagrama
Precio: 7,50 euros
Año de Edición: 1990 (5ª edición)
Hoy os propongo, para desengrasar los músculos de la risa y relajar un poco la mandíbula, otro título sobre el único, ferolítico y nunca bien ponderado personaje de Wodehouse, el inigualable mayordomo Reginald Jeeves, un tipo de mucha personalidad que se define a sí mismo como un gentleman personal de caballeros, que sirve a una persona, no a una casa. Es decir más que un mayordomo es un ayuda de cámara o, como se dice ahora, un asistente personal.
Un asistente personal brillante que cita a Shakespeare, lee a Spinoza, Nietzsche y Dostoievski, y dirije solapadamente y con talento la vida de su señor, que recurre a él para que le saque de todo tipo de embrollos. En esta ocasión hay un enamorado de por medio, una chica a conquistar y el talento de nuestro mayordomo que para todo encuentra un plan infalible.
El personaje está inspirado en un mayordomo real que conoció Wodehouse y el nombre de Jeeves está tomado de un famoso jugador de criquet especialmente atildado y de modales distinguidos.
Un libro escrito en 1934 y situado en los felices años 20, que describe a una aristocracia plagada de petimetres holgazanes, buscavidas, personajes excéntricos y millonarios, que maneja con soltura el contraste entre vulgaridad y finura, empapado en fina ironía y que mantiene un aroma optimista permanente. Una novela hilarante, muy divertida, irónica, inteligente, con una trama sólida e ingeniosa, que hará las delicias de todos los que busquen reírse leyendo.
Stephen Fry y Hugh Laurie (Wooster y Jeeves)
Pelham Grenville Wodehouse (Guildford,1881-1975), hijo de un juez en Hong Kong, vivió allí hasta los cuatro años. Luego fué enviado a Inglaterra a estudiar, donde destacó en el Dulwich College como alumno y deportista. Compitió en rugby, boxeo y editó la revista del college durante dos años.
Empezó a trabajar en el banco HSBC, pero se dió cuenta en seguda que aquello no era lo suyo. Dejó la banca y se dedicó por completo a escribir. Alcanzó el éxito muy pronto. Escribió 15 obras de teatro, 250 letras, más de 30 musicales y cerca de 50 libros deliciosamente irónicos, en los que parodia todos y cada uno de los estratos de la sociedad británica sin dejar títere con cabeza.
Vivió a caballo entre Estados Unidos y Gran Bretaña, hasta que enn los años 30 se instaló en Francia. Allí le sorpredió la Segunda Guerra Mundial y los nazis le encarcelaron durante un año. Una vez liberado se permitió bromear sobre su estancia en establecimiento alemanes, lo que fué malintrerpretado en su patria. Fué acusado de traición, sus libros fueron retirados de las librerías y muy pocos le defendieron, entre otros Evelyn Waugh y George Orwell. Finalmente una investigación detallada demostró que era un imprudente, pero no un traidor.
Aquí podéis ver el esbozo de sonrisilla picarona con la que suele aparecer este autor en las fotos. Es curioso, con el paso de los años la sonríisa se amplia y en las fotos en las que está ya francamiente viejo, sonríe de oreja a oreja.
P. G. Wodehouse en la madurez
P. G. Wodehouse, entradito en años
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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