Título: Amphigorey
Autor: Edward Gorey
Páginas: 377
Editorial: Valdemar
Precio: 26,20 euros
Año de edición: 2002
Páginas: 377
Editorial: Valdemar
Precio: 26,20 euros
Año de edición: 2002
Este volumen recoge quince historias, muy difíciles de encontrar por separado, en versión bilingüe y maravillosamente ilustradas con los grabados de Edward Gorey, autor también de los textos. Os aseguro que este genial dibujante estadounidense es todo un descubrimiento. En cuanto ví su trabajo fué una cuestión de amor a primera vista, es realmente estupendo.
Tiene una rara habilidad para producir imágenes completamente originales, con un sello propio, en las que sabe aunar, por un lado lo tétrico, morboso, un poco macabro, y por otro lado, un cierto sentido del humor, una aguda ironía que todo lo suaviza y, a veces, incluso algún toque de ternura que redondea el pastel hasta convertirlo en un manjar delicioso.
Tim Burton, uno de mis directores favoritos, reconoce que le ha influido muy profundamente y reconoce ser deudor en gran medida de su estética. No hay más que fijarse en el dibujo de la portada, que parece sacada de «Pesadilla antes de Navidad», para entender que estamos ante el precursor del director de «Frankweenie».
Gorey es un eslabón más de la cadena de dibujantes originales y algo subversivos, que pasa por Odilon Redon, Arthur Rackham, Alfred Kubin, Roland Topor y otros. Aunque las ilustraciones es lo que más llama la atención, los textos son tambien muy buenos, extraños, surrealistas, oníricos, fantasiosos, un poco absurdos, vale la pena tambien detenerse y leerlos con atención.
Un autor estadounidense, que parece británico y recuerda a las épocas victoriana y eduardiana. Un artista único y original como pocos, que supo conseguir esa mezcla agridulce de lo siniestro, lo irónico y la ternura. Un maestro. Un libro que no cabe en el formato de los e-books. Por cierto, en este enlace, sobre su casa-museo, podéis admirar los diseños de este genio.
Edward Gorey (Chicago, 1925-2000), hijo de un periodista, nació en una familia que no duró mucho, cuando él tenía once años sus padres se divorciaron y se volvieron a casar cuando tenía veintisiete. Curiosamente, una de sus madrastras fué Corinna Mura, una corista que tuvo un pequeño papel en Casablanca cantando La Marsellesa.
Aprendió a leer él solo a los tres años y a los cinco leyó «Drácula» y «Alicia en el país de las maravillas». Tuvo una formación irregular, fué a varias escuelas, estuvo unos años en una academia militar, estudió Bellas Artes durante seis meses y estuvo cuatro años en la Universidad de Harvard estudiando francés. Fué un gran autodidacta, un lector voraz e insaciable, y poseía un conocimiento muy amplio de literatura y cine.
Comenzó a publicar ilustraciones y portadas para libros al mismo tiempo que publicabas sus primeras obras, como «El arpa sin encordar» (1953), en las que se encargaba del texto y de las ilustraciones. Sus dibujos y grabados, tétricos, macabros y a la vez teñidos de sentido del humor, se hicieron muy famosos y han influido a grandes artistas. También se dedico a las marionetas, con las que formó su propia compañía, y al diseño de vestuario y decorados, apartado por el que consiguió el Tony Award por su trabajo para el musical de Broadway titulado «Drácula».
Cultivó una profunda afición al ballet, no se perdía ni un estreno en Nueva York. Era un solitario que vivió sólo durante toda su vida, rodeado de sus gatos, su otra debilidad, en una gran casa cubierta de hiedra por dentro y por fuera.
Aprendió a leer él solo a los tres años y a los cinco leyó «Drácula» y «Alicia en el país de las maravillas». Tuvo una formación irregular, fué a varias escuelas, estuvo unos años en una academia militar, estudió Bellas Artes durante seis meses y estuvo cuatro años en la Universidad de Harvard estudiando francés. Fué un gran autodidacta, un lector voraz e insaciable, y poseía un conocimiento muy amplio de literatura y cine.
Comenzó a publicar ilustraciones y portadas para libros al mismo tiempo que publicabas sus primeras obras, como «El arpa sin encordar» (1953), en las que se encargaba del texto y de las ilustraciones. Sus dibujos y grabados, tétricos, macabros y a la vez teñidos de sentido del humor, se hicieron muy famosos y han influido a grandes artistas. También se dedico a las marionetas, con las que formó su propia compañía, y al diseño de vestuario y decorados, apartado por el que consiguió el Tony Award por su trabajo para el musical de Broadway titulado «Drácula».
Cultivó una profunda afición al ballet, no se perdía ni un estreno en Nueva York. Era un solitario que vivió sólo durante toda su vida, rodeado de sus gatos, su otra debilidad, en una gran casa cubierta de hiedra por dentro y por fuera.
Edward Gorey
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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