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jueves, 6 de junio de 2013

Antonio Muñoz Molina, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2013



Antonio Muñoz Molina

Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956) es el escritor que mejor ha expresado la voz de su generación, que es la mía. Él publica, negro sobre blanco, lo que me gustaría decir a mí, eso me convierte en receptor del premio por afiliación.

Como soy un ferviente lector suyo, es uno de mis compañeros de viaje en la vida. Con él he compartido muchos anhelos y obligaciones: como joven demócrata, empujar para que los españoles acabáramos con la dictadura, permanecer muy alerta ante los pronunciamientos salvapatrias y juzgarlos severamente para dejar patente su insensatez; como europeísta vocacional, colaborar en la modernización del país empapándonos del espíritu continental para que África no empezara en los Pirineos; como académico de la lengua, contribuir a su brillo limpiando desde el interior de la cocina; o como director del Instituto Cervantes, afanarse en la difusión del español, nada menos que en Nueva York, paradigma del cosmopolitismo y cuna de la modernidad, dejándose seducir por la ciudad igual que Lorca y disfrutando como un poeta de sus calles y sus gentes.

Ahí están sus artículos y colaboraciones en prensa, donde tanto da si escribe de un cuadro o de su pintor o de un museo entero si se tercia, de un compositor o de su música, de un escritor o de su obra, e incluso de un pensador, apenas conocido, pero con las ideas bien ensambladas. Siempre buscando argumentos que ayuden a cultivarse.

Se moja con ensayos tan comprometidos como «Todo lo que era sólido» donde expone, sin compadecerse ni de sí mismo, su testimonial visión de las iniquidades que se cometían delante de nuestras narices, pero que no supimos apreciar porque estábamos en éxtasis, subidos a la ola de un crecimiento desorbitado.

Guardo como oro en paño los podcasts de un curso suyo de cuatro lecciones, donde reflexiona sobre su oficio, hablando de los cuatro puntos cardinales de la ficción narrativa (la historia, el personaje, el estilo y el lector). Las dictó en la Fundación Juan March en enero de 1991, siguen conservando frescura y emanando saber. Tan accesibles que se pueden bajar de la página web de esa institución.

Su principal bagaje literario son esas extraordinarias novelas que justifican de sobra la obtención del premio que ayer le han concedido y que han sido y serán glosadas por reconocidas plumas y concienzudos analistas de su obra.

Por si le faltara algo, el tío va y se une a Elvira Lindo, quién seguramente constituye un esencial e imprescindible suplemento de su ser. Juntos conforman una sensibilidad hacia el mundo que les rodea, mediante la que despliegan un abanico de focos ante los acontecimientos que se cruzan en su camino. Y los demás tenemos la suerte de que su profesión sea contarnos lo que han visto, y hacerlo sin darse importancia.

Junto a Antonio y Elvira, toda su generación está de enhorabuena.

¡Y en el horizonte, inexorablemente, cada día más cerca, el Nobel! 

Publicado por Adolfo Pérez.

3 comentarios:

  1. Enhorabuena, Adolfo. Yo tambien pertenezco a esa generación, que como todas es un estado mental, y siento que nos han premiado a todos un poco.

    Buena reseña y buen premio, muy merecido, cualquiera de sus novelas es muy recomendable.

    Salud y libros.

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  2. Me sumo a la alegría indirecta del premio. Yo soy de la generación que le ha tenido como "padre" literario y me enorgullezco de ello.

    Sus novelas, sus aportaciones periodísticas(como las de su "santa") pertenecen al mundo de los sentimientos que todos compartimos. Sencillez, elegancia, realismo, introspección y tremenda independencia. Leerle es como pensar, pura fluidez.

    Me encantó "La noche de los tiempos". Es un maestro.

    Saludos

    Adrián Martin Silván

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  3. Adolfo, me ha encantado tu estupendo comentario que comparto por completo y al que sólo puedo unir mi alegría a la tuya por el premio. ¡Cuantas veces hemos comentado con admiración -casi devoción- sus novelas y artículos! Ahora, mientras esperamos que se cumpla tu profecía -yo estoy convencido de ello- a seguir disfrutando de sus escritos.

    Charli

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