Título: Salambó
Autor: Gustave Flaubert
Páginas: 336
Editorial: Cátedra
Precio: 14,50 euros
Año de Edición: 2005
¿Habéis leído «Salambó»? Yo no le había hincado el diente hasta ahora y la verdad, aunque es un poco extraña, es una gran novela. Publicada en 1862, inmediatamente después de la excelsa «Madame Bovary», es un divertimento del gran Flaubert, que se dió el capricho de dedicar cinco años a aplicar las técnicas de la novela moderna a un tema ambientado en la antigua Cartago. En ese tiempo viajó al norte de África, se documentó exhaustivamente, leyó más de cien libros sobre los cartagineses, hizo un montón de borradores y versiones, y le dió mil vueltas al asunto.
Finalmente, cuando la acabó, la novela fué un éxito inmediato y se convirtió en un superventas. Cartago se puso de moda, la gente se disfrazaba de esa época en carnavales, se hicieron óperas, obras de teatro sobre los cartagineses y las casas se decoraban con lo que se suponía que era estilo cartaginés. No es una civilización muy conocida, el gran novelista tuvo que hacer un esfuerzo notable para recabar información y cuando no la tenía, echaba a volar la imaginación, trataba de suponer cómo habrían sido las cosas. Curiosamente, hallazgos arqueológicos posteriores confirmaron que Flaubert había acertado en bastantes cosas.
«Salambó» es una obra fenomenal, otro producto del romanticismo exótico que llega sólo cuatro años más tarde que «La novela de una momia» (1858) de Gautier, pero contiene muchas novedades. Sus maravillosas descripciones de perfumes, maderas y joyas deslumbrantes, su colorido, todo anticipa el simbolismo y nos recuerda a Rubén Darío. Incluso, lo absurdo de algunos detalles parece que quieren juguetear con el surrealismo. Para muestra algunos ejemplos: «cigarras fritas y lirones en conserva», «lenguas de flamenco con semillas de adormidera sazonadas con miel»,«leones crucificados», «Salambó se debilitaba con la luna, en un eclipse estuvo a punto de morir», «...metiéndose los dedos en los oídos en señal de perdón».
La crueldad tiene un papel importante en la novela, y su mezcla con lo sensual y erótico forma una extraña mezcla morbosa que produce rechazo y atracción almismo tiempo. Aparecen descuartizamientos, mutilaciones, sangre a mansalva, sacrificios de cientos de niños a Moloch, cerdos untados de alquitrán, prendidos con fuego y lanzados al enemigo...Flaubert reconoció que le gustaba escandalizar al burgués amodorrado en su comodidad, «darle a beber en una copa metálica a once mil grados y abrasarle».
Las batallas están fenomenalmente pintadas (el lector que se aburra puede saltárselas), la narración del asedio de Cartago es impresionante y el dibujo de paisajes, fascinante, digno de la mejor superpoducción de Hollywood, el manejo de multitudes, también, y los grandes grupos (los mercenarios, los soldados de élite, los ciudadanos de Cartago, los ancianos...) cobran una enorme fuerza como personajes.
Tiene párrafos de gran belleza, capítulos enteros de un ritmo y una sonoridad que llaman la atención. Más que una novela romántica o una novela épica, parece un largo poema en prosa, un poema épico que recuerda a los clásicos más antiguos. El lenguaje es rico, florido, lleno de metáforas y epítetos. Está muy cuidado, pulido y corregido obsesivamente, como solía hacer el genial francés.
El elenco de personajes no tiene desperdicio: Salambó es una vírgen sacerdotisa, hija de una gran general cartaginés; Amílcar Barca, su padre, es el fenomenal estratega que ha vencido en mil batallas; Mâtho, el apuesto líder de la rebelión de los mercenarios que exigen a Cartago el pago de sus salarios; Spendius, un inteligente esclavo griego, recién liberado, que se convertirá en el mentor y guía de Spendius; Narr'Havas, el prestigioso caudillo númida...
Salambó (Alfons Mucha, 1896)
En suma, una novela diferente, exótica, muy bien escrita, al estilo de los grandes poemas clásicos de género épico, llena de modernidad al mismo tiempo, fascinante y colorida. En este enlace podéis encontrar el texto completo en español.
Gustave Flaubert (Ruan, 1821-1880) es uno de los grandes novelistas de todos los tiempos. Era hijo del cirujano jefe del Hospital de Ruan. En el colegio era un alumno poco trabajador, aunque muy inteligente. A los once años era ya un lector compulsivo y voraz, que leía todo lo que caía en sus manos. Resultó exento del servicio militar por sorteo y empezó a estudiar Derecho sin mucha convicción. Con la excusa de recuperarse de una enfermedad, dejo la universidad y se instaló en la casa familiar a orillas del Sena en Croisset (Ruan), en la que vivió el resto de su vida de las rentas familiares, primero con su madre y luego con su sobrina.
Era muy tímido, introvertido, muy sensible, arrogante y padecía una molesta epilepsia. Podía pasar del silencio más absoluto a una verborrea imparable. Misántropo, solitario y retraído, reuhía las relaciones sociales y no tenía muy buena opinión del género humano ni de la vida en general. Despreciaba a los burgueses, la mediocridad y la estupidez que veía en la mayoría de sus congéneres. Trabajador lento y perfeccionista, tardaba años en escribir cada libro, siempre en busca de la palabra justa. Era un neurótico de la escritura, corregía una y otra vez sus textos, los reescribía y los leía en voz alta una y mil veces para mejorarlos.
Nunca se casó. Cuando murió de una hemorragia cerebral, a los 58 años, se encontraba muy envejecido y tenía el aspecto de un anciano.
Gustave Flaubert
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
La leí cuando tenia unos 17 años,y no estaba segura si era en las guerras Cartaginesas.y solo recordaba el paso acuchillo de toda su población.de Flaubert,solo e leído esta y Madame Bovary.gracias.
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