Título: Seis cerezas y media
Autora: Juana Aurora Mayoral
Páginas: 176
Editorial: Bruño
Precio: 8,90 euros
Año de Edición: 2002
Cuando leo «Seis cerezas y media» o cualquier novela policíaca conocida, tengo la sensación de que su éxito, tal vez influido por el cine, estriba fundamentalmente en que además de tener una trama intrigante, está ambientada en una ciudad de cierto tamaño y costumbres anglosajonas, o si no es el caso, al menos en alguna urbe importante de Centroeuropa.
Algo
así tuvo que pensar Juana Aurora Mayoral al escribir esta novela. La
escritora extremeña nos traslada al corazón de Manhattan. Es
una grandísima conocedora del continente americano tal y como ha demostrado con la
publicación de varios libros sobre el nuevo mundo. Y es, solamente
necesario, leer unas cuantas páginas al azar de esta novela para darse cuenta
que Nueva York no tiene secretos para ella.
Algo
extraño ha pasado en la Gran Manzana. Un suceso desagradable sorprende una
mañana a una brigada especialista en crímenes de la ciudad de Nueva York. Un
asesino anda suelto. La calma no regresará a las dependencias policiales de la
capitán Ellen Carruythers y el teniente George Grainer hasta que no se haya
resuelto el caso. La investigación se complica, no se trata de un asesino
corriente.
Así,
partiendo
de un género tan comercial como el policiaco,y de un
escenario neoyorquino tan apropiado para una trama de comisarios y
médicos forenses, se nos presenta una entretenida novela, fiel al género, que
atrapa en sus páginas al lector hasta el esclarecimiento de los hechos.
Más
allá de lo estrictamente novelesco, en «Seis cerezas y media» quedan patentes
dos reivindicaciones de Juana Aurora Mayoral, dedicada a
la enseñanza durante muchos años. Por un lado, ha querido, por medio de la caricaturización llevada
hasta niveles extremos, manifestar lo importante que puede llegar a ser la
educación y disciplina recibida en los primeros años de la vida de una persona,
de manera que si es inadecuada puede llegar a tener fatales
consecuencias.
Por
otro lado, dedica un guiño al pueblo judío, cosa a la que no estamos muy acostumbrados en occidente, en
especial a la diáspora y más en concreto a la comunidad judía de Nueva York, la
cual, como debe de ocurrir en otras muchas ciudades del mundo y en tiempos pasados en España, ha padecido y padece discriminación y marginalidad,
por su eterna condición de apátridas, unas rígidas costumbres religiosas y ser tomados a menudo como chivo expiatorio.
Publicado por Jesús Rojas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario