Ayer, el 18 de abril, se cumplieron 20 años de la muerte de Gabriel Celaya (Hernani, 1911-1991), y da la casualidad que hace un mes, el 18 de marzo, hubiese cumplido 100 años. Coincidencias de la vida, pero es una buena excusa para recordar a Celaya, uno de mis poetas favoritos, paradigma y ejemplo del autor comprometido, el que dijo aquello de que «La poesía es un arma cargada de futuro».
Fué Ingeniero Industrial de profesión, estuvo en la Residencia de Estudiantes, donde conoció a Lorca, y fundó en 1947 la colección de poesía «Norte», que trajo a España traducciones de poetas hasta entonces inencontrables (Rilke, Rimbaud, Blake...). Recibió varios premios, como el Premio de la Crítica o el Premio Nacional de las Letras Españolas. Publicó más de cien libros, pero murió siendo pobre. Sus versos tienen una energía arrolladora y curiosamente, una actualidad asombrosa.
Siempre lo recordaré tal y como lo ví en la tele, un viejecito risueño, con cara de sorpresa y ojos azules acuosos.
Siempre lo recordaré tal y como lo ví en la tele, un viejecito risueño, con cara de sorpresa y ojos azules acuosos.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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