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viernes, 21 de junio de 2024

El regreso del soldado - Rebecca West

Título: El regreso del soldado                                                                                                Autor: Rebecca West

Páginas: 140
 
Editorial: Herce

Precio: 14 euros 
 
Año de edición: 2008

La Primera Guerra Mundial terminó en 1918. La escritora británica Rebecca West publicó ese mismo año su mejor novela: El regreso del soldado. El argumento es curioso. Un hombre regresa de la guerra. Sufre una rara neurosis. No recuerda los últimos quince años de su vida. Ha quedado congelado en el tiempo. No conoce a su mujer. No conoce su casa. No sabe que su padre ha muerto. Sigue enamorado de una novia fugaz y remota. Solo se reconoce en aquel que fue años atrás. Sus sentimientos no coinciden con el calendario. Chris es un fantasma que quiere recuperar el tiempo perdido. En apariencia no ha cambiado. Pero es un prisionero de las redes del pasado. Para los demás es un perfecto extraño. El soldado también los ignora. Nunca pierde las formas. No deja de ser un caballero inglés, después de todo. 

Esta novela es esencialmente un canto nostálgico por un pretérito muerto que se resiste a ser enterrado. Chris es un hombre maduro que vuelve encanecido de la guerra. Su mujer se parece a una estatua marmórea y fría: pocos sentimientos, muchos prejuicios. La prima de Chris es la narradora. Intenta encajar las piezas de esta situación desconcertante sin salir de su asombro. Margaret, el antiguo amor del soldado, está gastada por una vida mediocre. Se casó con un pobre hombre enfermo e inútil. Viven en una barriada descorazonadora de casas de ladrillo rojo y patios desolados cerca de Londres. Chris es de clase alta. Reside en una mansión campestre. Ya no es su casa. Una prisión fría, ajena e inhóspita le acoge a su regreso. 

Así que la novela juega acertadamente con varios conflictos. Las diferencias de clase es uno de ellos. En una sociedad como la inglesa no es un tema menor. La esposa de Chris siente repugnancia por la repentina irrupción en su vida de una mujer de clase baja. Ve amenazada su decencia. En un mundo de hopalandas de seda, muebles Chippendale y servicio doméstico se tolera mal la aparición de unas botas embarradas. Desde la perspectiva de los humildes, montarse en un Rolls-Royce es también una aventura inquietante. Los de arriba se asustan porque las clases bajas violan su paraíso de convenciones y estrictas jerarquías sociales. Los de abajo temen en todo momento manchar la alfombra, decir algo inconveniente y que les pongan de patitas en la calle. La distancia entre las clases sociales inglesas parece sideral. 

Quizá más importante que el aspecto social es el desfase temporal. El pasado en el que vive Chris está idealizado. Allá lejos y tiempo atrás, en un mundo libre, natural, de una intensa belleza clásica, dos jóvenes hermosos disfrutaron de un breve romance que tuvo algo de intemporal. Pero este pasado de ensueño se evaporó. En 1916 los examantes son un soldado enfermo y una ama de casa agobiada de clase media baja. El espejo del pasado se hace trizas y en su lugar aparece la dura realidad. El tiempo ha sido inclemente. 

Rebecca West consigue recrear a través de un estilo bellísimo (denso, evocador, envolvente, poético) un pasado rural inglés que tiene los días contados. Aldeas somnolientas con casas de techo de paja. Acogedoras posadas. Campos verdes como esmeraldas manchadas de rocío. Caballos que pastan al amanecer. Ríos cristalinos surcados por barcas. Álamos que se reflejan sonrientes en las aguas. Campesinos que parecen dioses del Olimpo, con sus cabellos dorados al sol. El pasado evocado con melancolía contrasta con la grisura del presente. 

El regreso del soldado es asimismo la historia de una ruptura. La Primera Guerra Mundial significó el fin de un mundo simbolizado en la tranquila Inglaterra rural. Trajo también una mayor mezcla entre las clases sociales porque la solidaridad de las trincheras igualó a ricos y pobres. Miles de vidas jóvenes fueron cercenadas en flor. Una generación arrasada. Muchos supervivientes fueron incapaces de volver a la normalidad. Tenían la guerra incrustada en el cerebro. Chris vuelve destrozado del frente. Se convierte en una criatura anacrónica que busca recuperar un amor muerto para seguir viviendo con alguna esperanza. 

El virtuosismo literario de Rebecca West es extraordinario. Algunas de sus descripciones de la naturaleza tienen la economía de medios de un haiku. Diciendo lo mínimo, lo evocan todo. Por ejemplo:

«Entonces una gigantesca garza real batió sus alas frente a la luna y trazó grandes círculos alrededor del sauce llorón situado frente a ellos».

O esta maravillosa transición del amor a la guerra: 

«Y mientras hablaba el cálido cuerpo de ella se fundió entre sus brazos hasta desaparecer. Entonces las columnas que parecían sólidas y negras contra la marea trémula de la luz de la luna y las estrellas se tambalearon y desaparecieron. Se encontró yaciendo en un mundo odioso, en el que marañas de alambre de púas formaban crueles nudos contra un cielo lívido repleto de ruidos atronadores y llamaradas ardientes y gritos pidiendo agua y los camilleros le lastimaban la espalda de una forma insoportable». 

Novela de excepcional calidad. Su lirismo concentrado nos lleva cerca de la prosa poética. Una joya que merece una atenta lectura. 

Rebecca West

Rebecca West (1892-1983) fue una escritora inglesa nacida en Londres. Su verdadero nombre era Cicely Isabel Fairfield. Su padre abandonó a la familia con la peregrina idea de montar en Sierra Leona una fábrica de productos farmacéuticos. Fracasó. La formación de Rebecca fue en gran medida autodidacta. Hacia 1913 se hizo amante de H. G. Wells. Este romance duró diez años, aunque Rebecca sería amiga de Wells hasta la muerte de este en 1946.

Durante sus primeros escarceos literarios fue socialista, feminista y vanguardista. Se relacionó con Ford Madox Ford, Ezra Poud y Wyndham Lewis. Rebecca West escribió novelas, ensayos y reportajes periodísticos. Con el estallido de la Guerra Civil Española apoyó al bando republicano. Después de 1945 arremetió en varias ocasiones contra el comunismo, lo que no gustó nada a los compañeros de viaje de los camaradas. Todavía peor: Rebecca West acabó casándose con un banquero forrado de millones. Además, fue nombrada nada menos que Dama Comendadora de la Orden del Imperio Británico. Su mejor novela, El regreso del soldado, fue llevada al cine en 1982. Rebecca West falleció en Londres con 91 años. 

Publicado por Alberto.

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