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miércoles, 10 de noviembre de 2021

Lais - María de Francia

 

Título: Lais                                                                                                                       Autora: María de Francia 

Páginas: 144

Editorial: Acantilado

Precio: 13,30 euros

Año de edición: 2017

Delicia deliciosa.

En estos tiempos en los que no dejan de encogernos el corazón las catastróficas noticias de nuestro país y de otros más lejanos —por no hablar de aquellas que fueron rabiosa actualidad hace nada, pero de las que ya no se habla por «gastadas» o porque «ya no venden»— es un verdadero placer sumergirse en la lectura de los ocho «Lais» que nos ofrece este librito que nos lleva a las aventuras caballerescas de la Edad Media.

Los lais, en su origen, son unas composiciones musicales escritas en verso, según explica el destacado medievalista Carlos Alvar. Ese término se extendió a poemas breves de la región de la Bretaña francesa. Las poesías celebraban o recordaban alguna aventura en la que lo mágico, lo maravilloso, se mezclaba con lo sobrenatural —no entendido en su sentido cristiano— conviviendo en armonía, aunque manteniendo cada uno sus peculiaridades. Entre sus temas destacan el amor dentro de los cánones del amor cortés y caballeresco propios de la Edad Media; el amor imposible protegido por el secreto; la naturaleza como lugar paradisiaco en el que el amor es posible; el valor y la hidalguía; la buena fama o «prez»; la cortesía, opuesta a la villanía, o tantos otros tópicos.

Son composiciones para ser recitadas o cantadas en público —no hay que olvidar que ni siquiera todos los nobles sabían leer y escribir— que nos han llegado en prosa y las hemos disfrutado gracias a la ayuda del traductor Germán Palacios.

Es una maravilla leer a la autora, cómo nos explica que a ella se los han contado y que los transcribe para que no caigan en el olvido. Son relatos que se leen de forma muy sencilla, pero que esconden una estructura trabajada que denota un empeño esforzado:

  1. Un marco introductorio en el que, en general, la narradora/escritora interviene dirigiéndose al lector para dar información de dónde lo escuchó o directamente comienza enmarcando la historia en un lugar o tiempo determinados, aunque sean imprecisos. Utiliza fórmulas tópicas como «hace ya mucho tiempo» o «más allá». 
  2.  El cuerpo de la narración, con la distinción de las tres partes clásicas que corresponden a la presentación de los personajes y la situación inicial; las modificaciones que se van produciendo por el desarrollo de los hechos, y el desenlace. 
  3. Aparición de nuevo de la narradora/escritora que asegura la certeza de lo contado o, en su caso, evita la culpabilidad por los errores en los que haya podido incurrir porque «así lo escuchó o así le llegó» a ella.

Las deliciosas incursiones de la narradora también tienen que ver con sus propios deseos en lo relativo a la narración y se expresa con giros del tipo «¡Que Dios les deje gozar mucho tiempo!», empatizando a menudo con los protagonistas si son desventurados.

Es reseñable el trabajo de la filóloga Ana Orozco (en la versión que he leído de Editorial Acento editada en 1999) que guía toda la lectura y nos facilita el significado de algunas palabras y su etimología, las costumbres de la época y los códigos de compresión de algunas cuestiones. Nos da la clave simbólica para conocer, por ejemplo, por qué el caballero se apea para reposar en la orilla de un riachuelo. Es que el agua es la frontera entre dos mundos y el caballo tiembla porque olfatea la presencia de seres de otro mundo que, efectivamente, se presentan en forma de bellas doncellas. ¡Qué bonito! También nos habla del hombre-lobo; del viaje iniciático de una doncella en busca de su caballero en la travesía por el castillo; del anillo y la espada como símbolos sexuales femenino y masculino, respectivamente, y de otros muchos que nos hacen posible la comprensión del por qué son las cosas como son en ese mundo caballeresco.

Destaco como curiosidad que el amor y el matrimonio no se identifican, incluso se oponen en alguna ocasión, porque es un amor de conveniencia y muchas veces forzado. Sin embargo, el amor adúltero es el desinteresado y, por tanto, el puro y así queda reflejado en tres de los relatos. De esta manera los segundones de los nobles, que no podían casarse para no tener descendencia con el mismo apellido que el primogénito con quien pudiera competir, podían disfrutar del amor. En la ficción puede darse el triunfo de la moral laica —la caballeresca— sobre el discurso religioso porque es un espacio de libertad. Así ocurre en estos relatos que nos cuentan amores idealizados y aventuras que nos transportan a esos lugares imaginarios en los que puede ocurrir cualquier tipo de aventura y donde siempre triunfa el amor.

Este pequeño libro nos hace volver a visitar un mundo literario que queda ya lejos de nuestros intereses lectores y, quizás por ello, se disfruta doblemente dejándonos una gozosa sensación.

María de Francia

María de Francia fue una poetisa nacida en la Isla de Francia, que vivió en Inglaterra en el siglo XII. es la autora de estos lais y de ella, en realidad, no se conoce con seguridad ni su nombre ni apenas algo de su vida si no es por deducciones de lo que escribe. Parece que fue noble y muy culta pues conocía el latín. En cualquier caso, escribía muy bien y dejó para la posteridad estos relatos bretones, sean canciones o cuentos, muy del gusto de la época y del nuestro.

Publicado por Paloma Martínez.

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