Título: El diablo de la botella y otros cuentos
Autor: R. L. Stevenson
Editorial: Alianza
Páginas: 288
Precio: 8,50 euros
Año: 2008
«El diablo de la botella» es uno de los cuentos de terror que más me ha impresionado, seguramente porque siendo niño tuve, no sé si la suerte o la desgracia, de ver una versión dramatizada en la televisión que me horrorizó y no me dejó dormir tranquilo en mucho tiempo.
Está basado en una fábula tradicional de los Mares del Sur, una historia espeluznante que conduce a un final escalofriante que se acerca de manera implacable y del que no se puede escapar, como en las peores pesadillas. El que el desenlace sea inevitable y esté programado, nos recuerda inconscientemente a la muerte y nos conmueve hasta la médula. El talento narrativo de Stevenson se encarga de que la historia esté contada con la mayor efectividad y con una naturalidad que nos envuelve desde la primera línea. Una de las mejores historias de terror que conozco. Si no la habéis leído, no os la perdáis.
El volumen se completa con cuatro cuentos más: «Los ladrones de cadáveres», sobre el macabro negocio de tráfico de cuerpos para las aulas de disección que llegó a existir en Inglaterra durante algun tiempo; «Markheim» acerca de la lucha entre el bien y el mal; «Olalia» una mezcla de historia romántica y licantropía, y «La playa de Falesá», una relato de aventuras.
Robert Louis Stevenson (Edimburgo, 1850-1894) novelista, poeta y ensayista escocés, es uno de los mejores autores de aventuras que se conocen. Nació en una familia en la que había siete ingenieros constructores de faros. Poseía una constitución débil y proclive a enfermar de los pulmones, lo que le llevó a recorrer las islas del Pacífico, ya tenemos el escenario de la mayoría de sus relatos, y tuvo una niñera muy querida, «Cummy», calvinista muy estricta, que le contaba historias muy truculentas que luego se transformaban en pesadillas.
Varias veces empezó a estudiar y varias veces su enfermiza salud le obligó a interrumpir los estudios; contrajo bronquitis, catarros y finalmente una tuberculosis que le acompañaría toda la vida. Finalmente consiguió acabar Derecho, empezó a escribir y se casó con una americana muy bien situada. Viajó al lejano Oeste y conoció a Mark Twain, pero la tuberculosis le obligó a viajar por varios archipiélagos de la Polinesia, hasta que se instaló en Samoa. Los aborígenes le llamaban Tusitala, «el que cuenta historias». El pobre llegó a decir: «Durante catorce años no he conocido un solo día efectivo de salud. He
escrito con hemorragias, he escrito enfermo, entre estertores de tos, he
escrito con la cabeza dando tumbos».
Falleció a los 44 años de edad, como consecuencia de su tuberculosis y nos dejó un maravilloso legado de historias inolvidables: «La isla del tesoro», «La flecha negra», «El extraño caso del doctor Jekyll y Míster Hyde», «El señor de Ballantree», «Secuestrado» y una larga lista de cuentos. No conozco a otro autor que dominase con tanta maestría dos géneros que parecen opuestos: los relatos de aventuras y de terror. Curiosamente, era tío abuelo de Graham Greene.
Robert Louis Stevenson
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
Que otros cuentos trae este libro del diablo en la botella.
ResponderEliminar"Los ladrones de cadáveres", "Markheim", "Olalla" y "La playa de Falesa".
ResponderEliminarSalud y libros.
Ta bueno :v
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